Grafiti que muestra a un limpiador rociando virus con la cara del presidente de Brasil Jair Bolsonaro / 7 de octubre de 2020. Reuters / Ricardo Moraes
Por: Guillermo Alvarado
El cuestionado presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cumplió mil días de gobierno en medio de fuertes críticas a su gestión, en particular al manejo de la crisis sanitaria ocasionada por la covid-19 y sus constantes amenazas a las instituciones democráticas del Gigante Sudamericano.
Durante la reciente Asamblea General de la ONU, en el discurso de apertura que tradicionalmente pronuncia el jefe de Estado de esa nación, el antiguo capitán del ejército dibujó un país que no existe y ocultó los graves problemas económicos, políticos y sociales que corroen a esa sociedad.
El analista brasileño Emir Sader señaló en un artículo publicado la víspera en el diario argentino Página 12, que en la actual administración por lo menos dos millones de personas sufrieron una reducción de sus ingresos y cayeron en la pobreza, condición en la que están 41,1 millones de habitantes.
Debido a las erráticas medidas del ejecutivo, 14,2 millones de trabajadores carecen de empleo y la inseguridad alimentaria, en un país con enormes recursos naturales y humanos, creció en 33 por ciento desde que Bolsonaro ocupó su cargo.
Nunca se había visto a tanta gente viviendo y durmiendo en las calles de las grandes ciudades, señaló Sader.
Pero quizás nada haya sido tan terrible para ese pueblo como la pésima gestión que el gobierno hizo de la pandemia de covid-19, que hasta el momento ha causado 21,4 millones de contagios y casi 600 mil fallecidos, cifras que nadie imaginó cuando se registraron los primeros casos.
Más aún, de acuerdo con datos de la Fundación Oswaldo Cruz, que se dedica a investigar temas de salud, Brasil ocupa el primer lugar en el mundo en términos proporcionales en el número de niños muertos por esa enfermedad.
Si la inusitada cifra de casos ha ejercido una brutal presión sobre el sistema hospitalario, los centros pediátricos son los que más han sufrido por esa causa.
No obstante, el presidente celebró junto a su equipo su aniversario en el poder y se atrevió a decir que si en 2022 el Partido de los Trabajadores, con Luis Inacio Lula da Silva al frente, retorna al gobierno, volverá la corrupción, como si esta no hubiese sido una constante durante los últimos 33 meses y 33 días.
Parece olvidar la cantidad de denuncias presentadas contra él y su familia por el mal uso de los recursos públicos, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y otros delitos graves. El último escándalo afecta a su ex pareja, Ana Cristina Valle, y a su hijo Carlos Bolsonaro, legislador en Río de Janeiro.
Se trata sin duda alguna del período más oscuro para los brasileños desde el final de la dictadura militar, que dejará un recuerdo vergonzoso y una marca terrible para buena parte de su población.