Atalayar manifestación en defensa de la wiphala . Imagen / La tercera
Por Maria Josefina Arce
A finales de 2020 el MAS, Movimiento al Socialismo, retornó al poder, tras el golpe de noviembre de un año antes que sumió a Bolivia en una crisis económica, social y política y desató una violenta represión contra el pueblo.
El MAS obtuvo una contundente e incuestionable victoria en las elecciones generales de octubre del pasado año, reflejo del deseo de los bolivianos de poner fin a una etapa oscura que fue desarticulando los avances del país en los últimos años, bajo el mandato del hoy ex presidente Evo Morales.
Pero la derecha de manera violenta e ilegal acarició el poder nuevamente y no se conforma. No ha dejado de intrigar y promover acciones contra el legítimo gobierno de Luis Arce, que desde su asunción se ha volcado de lleno a trabajar por el bien común y la salud de todos los ciudadanos ante la COVID 19.
La oposición no tiene un programa a favor de los más humildes. Como enfatizó el ministro de Defensa boliviano, Edmundo Novillo, la narrativa derechista se aleja de la gestión para atender las demandas del pueblo.
Incluso ofende y discrimina. Una muestra de ello fueron los agravios en septiembre pasado contra la wiphala, la bandera de los pueblos indígenas, uno de los símbolos patrios reconocidos por la Constitución.
La wiphala representa la historia de lucha de los pueblos originarios y durante la asonada golpista fue símbolo de la resistencia de los bolivianos.
Estos criticables hechos fueron protagonizados por seguidores del gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, objeto de investigación por su implicación en el golpe de estado.
El ex candidato presidencial ha sido identificado, junto a su padre, por funcionarios del gobierno de facto de ser uno de los promotores de los sucesos de 2019, que dejaron decenas de muertos y cientos de lesionados.
Esos son los individuos que buscan a toda costa volver a gobernar a la nación suramericana. Lo explicó bien claro el titular de Defensa: existe una oposición derrotada, y que está trabajando en su objetivo político desde hace 14 años, de cómo y bajo qué medios va a volver a tomar el poder.
En ese sentido Juan José Huanca, diputado por el MAS, apuntó que esas acciones y los pronunciamientos de Camacho dejan ver el peligro de un segundo golpe. Buscan, subrayó, generar confrontación entre los bolivianos, reavivar el separatismo y la división.
Y las acciones desestabilizadoras van ganando en intensidad. Ahora los Comités Cívicos del país, junto a la gobernación de Santa Cruz, orquestan nuevos hechos violentos. Han llamado a una marcha para el venidero día 10 y a un paro nacional el 11, en un nuevo intento por provocar caos.
Pero la mayoría de los bolivianos, la que se pronunció en las urnas a favor del MAS, quiere la paz y llama a trabajar unidos para afianzar la estabilidad política, económica y social de la nación, resquebrajada por la asonada de 2019.