Por: Roberto Morejón
Cuba ha sufrido muertes e importantes daños materiales por episodios terroristas, muchos de ellos financiados y organizados por y desde Estados Unidos, como el sabotaje a un avión en pleno vuelo.
Paradójicamente, la administración demócrata actual certificó que la nación antillana no coopera con los afanes estadounidenses contra ese flagelo.
Entre los más de 700 ataques terroristas cuyo blanco fue este archipiélago sobresale por su nefasto resultado la deflagración de un aparato de Cubana de Aviación, en 1976, cuando perecieron 73 personas.
Cuarenta cinco años pasaron de aquel crimen y los autores intelectuales, Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, gozaron de libertad hasta el momento de su muerte.
O sea, quedó impune el magnicidio, aunque no ha sido el único, lamentablemente, padecido por los cubanos.
Poco después del triunfo de la Revolución , un piloto cubano exiliado en Miami condujo un avión y bombardeó barrios habaneros, con 2 muertos y 45 heridos.
Otro atentado, más sangriento, ocurrió en La Habana el 4 de marzo de 1960, cuando se registró un sabotaje al vapor la Coubre , anclado en el puerto, y en cuyas bodegas se depositaban armas y municiones para la defensa de la joven Revolución.
La lista posterior sería profusa, pero la presente administración estadounidense la pasó por alto cuando certificó, a través del Departamento de Estado, en mayo del año en curso, que Cuba no coopera plenamente con los esfuerzos antiterroristas de la potencia del Norte.
El gobierno de Donald Trump emitió esa misma partida un año antes, como preámbulo de la inclusión del archipiélago caribeño en la lista unilateral de Estados que, desde su óptica, patrocinan el terrorismo internacional.
Además de ser una imputación inconsistente y esgrimida con objetivos políticos, el procedimiento estaba enfilado hacia la justificación del recrudecimiento del bloqueo.
De esa línea no se ha apartado hasta ahora la administración demócrata de Joseph Biden, en contraste con lineamientos esbozados en su campaña electoral acerca de una flexibilización del asedio.
A 45 años del crimen cometido muy cerca de las costas de Barbados, los cubanos recuerdan a los caídos y denuncian la feroz e infundada campaña de Estados Unidos, mentor de Carriles y Bosch, acerca del alegado amparo de Cuba al terrorismo.