Abu Zubaydah.
Por: Roberto Morejón
La presentación ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos del caso de un reo que afirma recibió torturas de la CIA en Polonia, vislumbra adicionales e incómodos testimonios sobre horrores en cárceles controladas por la potencia del Norte.
El prisionero, hoy purgando años en la base de Guantánamo, pero sin sentencia fijada, Abu Zubaydah, quiere poner a prueba la capacidad de la administración demócrata para mantener su caso fuera de cámaras y micrófonos.
Sería la primera vez que la corte mayor analiza un asunto relacionado con el escandaloso programa de torturas de la Agencia Central de Inteligencia en diversas latitudes, como Abu Ghraib, en Irak.
Las ergástulas clandestinas y otras no tan herméticas sirvieron para eludir ciertas garantías y procedimientos del sistema judicial estadounidense, como parte de la llamada lucha global contra el terrorismo.
Pero las diversas administraciones no contaron con que algunos de los reos e incluso los liberados tras años de aislamiento y vejaciones sin ser sometidos a procesos judiciales, hablarían algún día.
Es la situación de Zubaydah, quien mediante su abogado pidió al Tribunal Supremo exigir la comparecencia de dos psicólogos que él identificó, porque perfilaron las denominadas técnicas de interrogatorios mejoradas.
Por supuesto, el gobierno estadounidense se niega a revelar pormenores de los reclusorios encubiertos y de los apremios físicos y mentales para obligar a hablar a los prisioneros, detenidos luego de los atentados contra las torres gemelas.
Los medios de comunicación tampoco abundan al respecto como para cuidar la imagen de la descrita como la democracia más robusta del planeta, aunque a veces salen a la luz declaraciones como la de Zubaydah.
Como este último, y sin cargos ni juicio, también Mohamed Ould Slahi expuso ser víctima de malos tratos y suplicios durante 14 años en la cárcel estadounidense en el territorio de Guantánamo, usurpado a Cuba.
Los testimonios de Zubaydah y Slahi se estrellan contra un discurso oficial en Washington, en donde Obama y Joseph Biden dijeron favorecer el cierre de Guantánamo, pero allí aun le roban años, como afirmó un prisionero, a 39 de ellos.
Y desde la Casa Blanca reiteran incorregiblemente que la administración se erige en baluarte de la vigilancia del cumplimiento de los derechos humanos en el mundo.