La cruzada contra Kristalina la impulsan medios como The Economist y prominentes representantes del partido Republicano
estadounidense. Foto: El Mundo
Por Guillermo Alvarado (RHC)
Luego de varias semanas de dudas, debates y especulaciones, el directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, FMI aprobó la permanencia al frente de esa entidad de la economista búlgara, Kristalina Georgieva, cuya integridad profesional fue cuestionada.
Una publicación hecha por el bufete de abogados de Estados Unidos, WilmerHale, uno de los más grandes en el mundo, acusaba a la funcionaria de haber ejercido presiones en 2018, cuando era consejera del Banco Mundial, con el propósito de favorecer a China en un informe financiero.
Como se podrá apreciar, el tema era muy delicado porque el presunto paso en falso de Georgieva habría ocurrido en medio de las agresiones del gobierno de Donald Trump contra Beijing, para tratar de frenar el poderío económico, financiero, comercial y tecnológico del país asiático.
Las posiciones a favor y en contra de la directora ejecutiva del FMI mostraron las divisiones, no sólo en el seno del organismo, sino entre los sectores que manejan las decisiones que afectan, para bien o para mal, casi siempre en este último sentido, a la inmensa mayoría del planeta.
Desde que asumió su cargo en 2019, ella es la primera representante de un país pequeño y en vías de desarrollo que ocupa tan alta distinción.
Pero es mucho más que eso, pues bajo su liderazgo ocurre una ligera inclinación del Fondo hacia temas como la protección del medio ambiente, la atención a las desigualdades y la inversión en tecnologías energéticas limpias.
En cierta medida promueve un tímido enfriamiento de las tradicionales políticas de ajuste, las medidas de austeridad, la privatización de recursos públicos y la desregulación, y aunque esto es incipiente y a veces no pasa del discurso, basta para que los sectores más conservadores le pidan la cabeza.
Algo más concreto, y que enfureció a Trump y sus allegados, fue la autorización de 650 mil millones de dólares en Derechos Especiales de Giro, para ayudar a enfrentar la pandemia, hacer gastos médicos o aliviar el peso de la deuda pública en países de ingresos bajos y medios.
La cruzada contra Kristalina la impulsan medios como The Economist y prominentes representantes del partido Republicano estadounidense.
El bufete que hizo el informe donde se le implicaba es conocido por sus posiciones contra los sindicatos, a los que combate con dureza y algunos de sus antiguos socios apoyaron la defensa de Richard Nixon en 1974.
Si Georgieva hubiese sido destituida, habría ocupado su lugar Geoffrey Okamoto, impuesto por Trump como segundo en esa entidad.
No se trata de creer que el FMI se volverá de pronto bueno y progresista, pero en medio de tanta oscuridad una pequeña luz ya es ganancia.