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Por María Josefina Arce.
Pedro Castillo asumió la presidencia de El Perú en julio pasado; desde ese momento la derecha no ha dejado de intentar por todos los medios de socavar el gobierno, dirigido a todos los peruanos, pero esencialmente a las capas más humildes de la sociedad.
De hecho la proclamación del maestro y sindicalista Castillo como ganador de la segunda ronda electoral de junio último, con 50,19% de los votos, demoró más de un mes, ante las pretensiones de la derecha de escamotearle la victoria.
El partido Fuerza Popular, de su rival en las urnas Keiko Fujimori, recurrió a argucias legales, mentiras, hostigamiento y acoso a las autoridades electorales, en un desesperado intento de revertir los resultados de las elecciones generales.
Variadas han sido las acciones desestabilizadoras en estos cuatro meses de mandato en busca de apartar a ministros del gabinete para que sean nombrados aliados de la derecha.
Para aplacar la crisis y poder llevar adelante el programa de gobierno, dirigido a los desposeídos, se sucitaron cambios, pero la presión continúa y la incertidumbre domina el panorama peruano.
Está presente el peligro de la denominada vacancia presidencial, que ya se aplicó en los últimos tiempos. El pasado día 25 de noviembre congresistas de tres partidos de derecha, Avanza País, Fuerza Popular y Renovación Popular, presentaron ante el órgano legislativo un pedido de destitución del mandatario, escudándose en una supuesta incapacidad moral para ejercer sus funciones.
Para el próximo 7 de diciembre está previsto que el Congreso discuta la admisión a debate del pedido, rechazado por buena parte de los ciudadanos.
Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos reveló que 71% de los pobladores de ese país suramericano desaprueba el accionar del Congreso, dominado por la oposición.
El sondeo, dado a conocer en los últimos días, dejó claro que 55% de los peruanos está en desacuerdo con el actual pedido de vacancia contra el presidente elegido en las urnas.
En opinión de muchos es este un mecanismo mal utilizado y manipulado solo para fines politicos e Intereses particulares, sin tener en cuenta para nada el bienestar del país.
Incluso no son pocos los que han solicitado que se cierre el órgano legislativo ante su inoperancia y su empeño en obstaculizar el trabajo del gobierno por un Perú más justo.
La cada vez más hostil postura de la derecha peruana contra el presidente Pedro Castillo no deja salir al país de la inestabilidad política en la que se ha visto inmerso en los últimos años, lo que ha ido en detrimento de los peruanos.