Foto: Archivo/ACN
Por Guillermo Alvarado (RHC)
Se conmemora hoy, 10 de diciembre, el Día Mundial de los Derechos Humanos, una jornada propicia para recordar el sufrimiento de cientos de miles de personas despojadas de sus garantías fundamentales, forzadas a vivir muy por debajo del umbral del decoro y la dignidad.
Se puede escribir y hablar mucho del tema pero, como siempre, los ejemplos son más gráficos que las teorías y me voy a referir a dos casos, en los que no por azar está involucrada la primera potencia mundial, Estados Unidos, de ingratos recuerdos para muchos pueblos del planeta.
El primero tiene que ver con los migrantes, esas masas humanas que se desplazan desde el sur con la esperanza de cruzar las fronteras del “paraíso” norteño y encontrar las oportunidades que se les niegan en su lugar de origen.
Es un viaje azaroso y casi siempre con final infeliz, como lo recuerdan las imágenes dolorosas de niños arrebatados a sus padres y encerrados en jaulas metálicas, como si fuesen pequeñas fieras peligrosas.
Lamentablemente el trato no ha mejorado y así lo demuestra el retorno del programa “Quédate en México”, reeditado por Joseph Biden.
Implica que quienes lograron entregar una solicitud de asilo en Estados Unidos, que son una pequeña parte de los que lo intentan, deben esperar respuesta al sur de la frontera, por lo general en campamentos insalubres y sitios peligrosos sin ninguna garantía de que serán admitidos.
Se prevé que los centros de acogida humanitaria serán rebalsados, la comida escasa y es muy elevado el riesgo de contraer la covid-19 por el hacinamiento.
Al otro lado del planeta, en Afganistán, ocupado militarmente durante dos décadas por una coalición internacional dirigida por Estados Unidos y luego abandonado a su suerte, se desarrolla otra crisis muy lamentable.
Los efectos de la guerra, de una inusual sequía y de las sanciones impuestas al régimen Talibán, provocan una hambruna sin precedentes que amenaza en particular a los niños, muchos de ellos desnutridos y al borde de la muerte.
El Fondo de la ONU para la Infancia advirtió que unos tres millones de menores carecen de nutrientes y un millón podrían fallecer este invierno.
Las escenas son espeluznantes, hay madres que recorren grandes distancias para llevar a sus hijos hasta los hospitales, donde en ocasiones no hay recursos para atenderlos porque el ingreso de ayuda al país es a cuentagotas y las reservas internacionales afganas siguen congeladas en Estados Unidos.
No hay tiempo para hablar de Palestina, Siria, Yemen, Haití y otros lugares, donde millones de personas no sabrán que existe un Día de los Derechos Humanos, primero porque nunca los han disfrutado, y segundo porque están demasiado ocupados en sobrevivir.