Por: Roberto Morejón
Dos mil 21 finaliza para los cubanos con la certeza de que muchas instancias y personas estudian cómo neutralizar un fenómeno que estruja bolsillos y siembra zozobra, el de la inflación.
Ese indicador debe concluir el año por encima de 70 por ciento, 10 por ciento superior a lo previsto en el Ordenamiento Monetario aplicado en enero último, todo un dolor de cabeza para actores de la economía y el ciudadano.
Una profusa y oportuna explicación sobre el origen de la inflación en la mayor de las Antillas la ofrecieron figuras del gobierno, en especial el Ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil.
Mientras trataba de hacer entendible conceptos y anomalías relacionados con la economía doméstica y la mundial, el titular subrayó la preocupación de la dirigencia del país por enfrentar un asunto tan complejo.
En él inciden el comportamiento empresarial al trasladar su ineficiencia a los precios, la dolarización parcial de los procedimientos entre algunas entidades estatales y la circulación de dinero sin respaldo productivo.
En Cuba, por ejemplo, el gobierno asignó más de 2 mil millones de pesos al resguardo de trabajadores que, en lugar de ir al paro, percibieron coberturas monetarias durante la pandemia.
En las circunstancias de esta nación caribeña también incurrieron en la inflación procesos de reventa y especulación en la base, además de que la economía sufrió una aguda contracción, al caer el Producto Interno Bruto 13 por ciento el año anterior.
A ese comportamiento aportaron los gastos para plantar cara a la Covid-19 y el recrudecimiento del bloqueo estadounidense.
También Cuba padeció las irregularidades del comercio mundial como colofón de la pandemia, entre las que destacan inflación, freno en las actividades económicas, alza de costos de importación y obstáculos en las cadenas de suministro en puertos y trasiego marítimo.
Con todo, la nación estudia cómo responder al proceso inflacionario, a lo que debe ayudar el inicio de la reactivación económica gracias al control del SARS-Cov-2.
Para esta tierra caribeña el año venidero debe marcar el arrojo por incrementar las producciones locales, potenciar la generación de alimentos con 63 disposiciones ya aplicadas y elevar la oferta, sin más importaciones.
La ampliación de las cooperativas, micro, pequeñas y medianas empresas y una mayor autonomía a las formas económicas estatales también deben aportar a los planes para ganar en bienestar y atenuar la tan perturbadora inflación.