Ganó el optimismo

Editado por Maite González
2021-12-20 07:16:45

Pinterest
Telegram
Linkedin
WhatsApp

imagen / El País

Por: Guillermo Alvarado

Con la asistencia más vigorosa de los últimos años, el pueblo chileno eligió este domingo como próximo presidente al diputado Gabriel Boric, de la coalición progresista Apruebo Dignidad, y alejó el fantasma de la dictadura de Pinochet que sobrevolaba el país austral.

No por gusto se calificó a este proceso como los comicios más importantes y significativos desde la caída del régimen golpista, porque una de las alternativas, representada por el ultraderechista José Antonio Kast proponía un salto hacia el pasado, cuyas cicatrices todavía están presentes en esa sociedad.

Kast fue a los comicios abanderado por el Partido Republicano, no el de Estados Unidos sino el de Chile, pero que tiene pocas diferencias respecto al que llevó a la Casa Blanca a Donald Trump, uno de los mentores del político sudamericano junto al brasileño Jair Bolsonaro.

Para intentarlo se unió a un sector cristiano caracterizado por un fundamentalismo casi medieval, sobre todo en lo que respecta a los derechos de las mujeres y el reconocimiento de la diversidad sexual.

El peligro no era menor, sobre todo porque Kast se impuso en la primera vuelta de la votación presidencial con dos puntos por encima de Boric y amenazaba con repetir apoyado por la derecha tradicional.

Como se dijo en su momento, la única alternativa real para evitar esta tragedia, que no solo sería chilena sino de toda América Latina y El Caribe, era necesario movilizar a los jóvenes y a una parte de los indiferentes, como finalmente ocurrió.

De acuerdo con los informes oficiales, en esta ronda participaron más de 8,3 millones de ciudadanos, de los que 4,6 millones sufragaron por Boric, quien se convirtió no sólo en el presidente electo más joven de la historia, con 35 años, sino en el más votado de las últimas décadas.

La tarea que está por delante no será fácil, pues al nuevo gobernante le tocará liderar el referendo popular para aprobar la nueva Constitución, que sustituirá a la heredada de la dictadura pinochetista y que representará los pilares, la piedra angular, de un país diferente.

Por otro lado le corresponderá reactivar la economía tras la pandemia de covid-19, sobre bases diferentes a la doctrina neoliberal actualmente en uso.

Reestructurar los aparatos de seguridad, entre ellos el temible cuerpo de carabineros, devolver la confianza de la población en sus autoridades, reformar el sistema de pensiones y garantizar la universalidad de los servicios públicos, entre ellos la educación y la salud, deben estar en la agenda.

Del papel de este nuevo Chile en la integración y las relaciones regionales hablaré en los próximos días, mis amigos. 



Comentarios


Deja un comentario
Todos los campos son requeridos
No será publicado
captcha challenge
up