Las bioeléctricas son decisivas en este país con larga tradición azucarera.
Foto tomada del periódico Granma.

Por Roberto Morejón (RHC)

Como parte del ambicioso, necesario y útil programa para el impulso de las fuentes renovables de energía, los cubanos miran con mucha atención las noticias provenientes de una central bioeléctrica, en fase de pruebas, en la provincia de Ciego de Ávila.

La empresa mixta Biopower construida aledaña a la fábrica de azúcar ‘Ciro Redondo’, en la referida provincia del centro de Cuba, es importante para el sistema electroenergético nacional.

La interconexión entre el ingenio azucarero, como se les llama en Cuba, y el emporio generador de electricidad tuvo lugar recientemente, después de un largo período de alistamiento y algunas dificultades.

Los expertos consideran a las bioeléctricas decisivas en un país con larga tradición azucarera, pues las fábricas aportarían bagazo a la unidad generadora contigua, una biomasa siempre disponible.

En el caso de la bioeléctrica vecina del central azucarero ‘Ciro Redondo’, también trabaja con marabú, una maleza indeseable muy extendida en Cuba, nociva para los planes de siembras de diversos cultivos.

De manera que el enclave de Ciego de Ávila se nutre de bagazo y marabú, combinación perfecta para, a partir de materias primas autóctonas, prodigar energía, imprescindible para el país, pues se trabaja sin reserva.

Como se conoce, la matriz energética de la mayor de las Antillas descansa en 95 por ciento en combustibles fósiles, y el cinco por ciento restantes lo cubren las muy prometedoras fuentes renovables.

Sobre todo con la construcción de campos fotovoltaicos y sistemas domésticos de paneles solares así como la utilización de energía solar térmica, eólica y la biomasa.

A partir de ese último proveedor, Cuba espera levantar varias bioeléctricas adicionales, asociadas a los ingenios azucareros, aunque la crisis económica derivada del bloqueo estadounidense y el impacto de la Covid-19 obstaculiza tan indispensables proyectos.

Pero los cubanos insisten porque con las fuentes renovables sería posible sustituir 2,3 millones de toneladas anuales de combustible fósil en la generación eléctrica.

La nación caribeña, perseverante en sostener su industria azucarera a pesar de la obsolescencia de muchas de sus fábricas, pudiera abaratar los costos del dulce si se dotara de nuevas bioeléctricas.