Medios de comunicación
Por: Guillermo Alvarado
Los grandes medios de comunicación y sus aparatos de resonancia han sembrado en el imaginario popular de Europa Occidental, y también en buena parte del continente americano, la falsa idea de que Rusia está preparando una inminente invasión militar contra su vecina Ucrania.
No faltan supuestos analistas que juegan a adivinar el momento exacto en que tal acción ocurrirá, porque la dan, o pretenden darla, como un hecho prácticamente consumado y hasta estiman cuál será la fuerza de la respuesta, bélica, económica y política, que recibiría Moscú por semejante atrevimiento.
Se trata de una maniobra propagandística ya utilizada otras veces y basta recordar la cantidad de mentiras que se dijeron en torno a las “armas de destrucción masiva”, supuestamente en poder de Irak, y que sirvieron para justificar la sangrienta agresión contra el país mesopotámico.
Ahora la emprenden contra Rusia, lo que no es para nada gratuito. Luego de la desintegración de la Unión Soviética ese país euroasiático se las arregló para resurgir de entre las cenizas y convertirse en un actor de primera línea en la construcción de un mundo multipolar.
Su papel en la arena internacional creció, se fortaleció y se ganó el respeto y la admiración en muchos lugares del planeta.
Eso es suficiente para que Estados Unidos y sus aliados lo perciban como una amenaza a sus intereses hegemónicos, lo que explica también el avance de las fronteras militares, las que traza la OTAN, hasta los lindes del territorio ruso.
Semejante política de expansión ya engulló a numerosas naciones ex soviéticas, entre ellas Polonia, Hungría, República Checa, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia y sólo falta para cerrar el círculo que caiga en ese saco Ucrania.
En este último país occidente urdió un complot en 2013 contra el presidente electo Víctor Yanukovich, porque era favorable a una relación amistosa con Moscú, al mismo tiempo que se fortalecieron las corrientes neofascistas.
Cuando se habla de la OTAN, se dice Estados Unidos, porque sería de una inocencia deplorable no darse cuenta de que esa organización belicista no es otra cosa, sino una extensión del puño del Pentágono.
Al cerco militar se suma una política de sanciones económicas, que buscan obstaculizar el desarrollo ruso y son a la vez un castigo por el papel del presidente Vladimir Putin en la defensa de la soberanía de Siria.
Los medios son hábiles para confundir a agresores y víctimas, pero recordemos siempre el principio infalible de que la práctica es el criterio para determinar la verdad.