Por: Roberto Morejón
Brasil sigue como punto de atención de la comunidad internacional a causa del grave impacto de la pandemia, acentuado por las posturas de negación del ultraderechista presidente, Jair Bolsonaro.
El aumento de casos provocado por la variante ómicron condujo a los hospitales de Brasil a su peor situación desde junio de 2021, al estar siete estados del país con 80 por ciento o más de las camas ocupadas en las Unidades de Cuidados Intensivos.
En el presente se reportan más de 1,7 millones de casos activos y la cifra de fallecidos rebasó los 623 mil.
Con miles de médicos y enfermeros aislados por la Covid-19 , el sistema de salud exhausto y escasez de recursos para pruebas de diagnóstico, todo apunta a que el gigante sudamericano permanezca en las negativas listas de mayor incidencia en el mundo de la dolencia de origen respiratorio.
Brasil ocupa el segundo escalón entre las naciones con más decesos por ese origen, solo superado por Estados Unidos, y el tercero en número de infecciones, antecedido por la nación norteña e India.
Mientras la crisis se agudiza, Bolsonaro promueve tratamientos no probados contra el SARS-Cov-2, como supuesta alternativa ante la carencia de un meditado plan para contener el azote de la humanidad.
Es cierto que sin importarle las recomendaciones anti-vacunas de Bolsonaro, 67 por ciento de la población logró inyectarse.
Pero todavía el gobernante roza los absurdos, como cuando expresó recientemente que la variante ómicron es bienvenida porque indicaría, dijo, el fin de la pandemia.
El estadista presume de No haberse vacunado después de considerar en algún momento que los biológicos dejan a las personas más propensas a contraer el SIDA.
Con su oratoria y políticas erráticas, el país llega tardíamente a la inmunización de niños entre cinco y 11 años, acreditada por la Agencia reguladora local, aunque solo autorizada veinte días después por el gobierno.
Resulta doloroso observar cómo el gobernante de la nación de habla portuguesa se aparta de las tendencias aconsejadas para el combate a una pandemia que agobia a la Humanidad , ante la cual se impone aplicar la racionalidad, bajo la guía de los científicos y las autoridades sanitarias.