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Por: María Josefina Arce

La Covid-19 ha venido a hacer aún más visible lo que no ha dejado de ser una realidad en el mundo, la discriminación y desigualdad de la mujer en todos los ámbitos como el económico, sanitario y la protección social. Aunque la enfermedad causada por el nuevo coronavirus ha afectado a todos, ese sector poblacional ha sido uno de los grandes perdedores.

Un reciente informe de la OIT, Organización Internacional del Trabajo,  revela que 93% de las féminas de América Latina y el Caribe que perdieron su empleo con la pandemia continúan desempleadas.

De acuerdo con la OIT el índice de desocupación femenina se mantuvo entre 2020 y el pasado año en 12,4%.

Organismos internacionales estiman que el retroceso de las mujeres de la región en la participación laboral es en la actualidad de más de 18 años.

De hecho las jóvenes entre 15 y 29 años tienen tres veces más probabilidades de estar fuera del mundo laboral e incluso, de las aulas que los hombres de la misma edad.

Todo esto ha llevado a una mayor incidencia de la pobreza en ese sector. En 2020 alrededor de 118 millones de latinoamericanas y caribeñas se encontraban en situación de pobreza, 23 millones más que en 2019.

Del mismo modo  aumentó la carga de trabajo no remunerado para ese segmento poblacional, sobre el que recaen las labores en el hogar. El cierre de escuelas y de centros de atención de adultos mayores para evitar la propagación de la dolencia vino a profundizar drásticamente esa situación, resultado de siglos de un sistema patriarcal.

Asimismo, se mantiene la discriminación salarial. Más de 73% del personal de salud de la zona es del sexo femenino, que en la pandemia enfrentó también  extensas jornadas de trabajo y alto riesgo de contagio, sin embargo, sus ingresos laborales son casi un 24% inferior a los hombres del mismo sector.

La reciente violación grupal de una joven en Uruguay  confirmó que la violencia de género aún lacera familias y sociedades. Un flagelo que también desde la llegada de la COVID 19 tuvo un considerable aumento. Una de cada dos mujeres experimentó alguna forma de maltrato desde el inicio de la emergencia sanitaria mundial.

El confinamiento en el hogar para evitar el contagio y la propagación dejó a las mujeres con sus agresores y las  aisló de las personas y medios que pueden ayudarlas.

La COVID 19 ha llevado al retroceso del mundo en muchos aspectos, la igualdad de género es uno de ellos. Los derechos de las féminas se han visto seriamente dañados en estos dos años de pandemia, lo que supone un serio desafío para todos.