Soldados operan un vehículo durante entrenamientos militares en Ucrania.Vyacheslav Madiyevskyy / Ukrinform / Future Publishing / Gettyimages.ru
Por: Guillermo Alvarado
Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Estados Unidos, Joseph Biden, así como otros gobernantes y funcionarios apelaron al teléfono para abordar la tensa situación alrededor de Ucrania, agravada por informaciones falsas acerca de una inminente invasión de Moscú al vecino país.
Putin y Biden tuvieron así su primer contacto en 2022 poco después de que el jefe de la Casa Blanca atizó más el fuego con la orden de que los ciudadanos estadounidenses debían salir inmediatamente de Ucrania, ante un potencial conflicto armado que hasta hoy sólo existe en su imaginación.
De manera totalmente irresponsable se ha difundido que el ataque ruso “ocurrirá en cualquier momento antes del 20 de febrero”, sin presentar ninguna prueba o información que confirme este infundio que, incluso, fue lamentado por el mismo presidente ucraniano, Volodomir Zelensky.
Varios gobiernos de la Unión Europea y hasta el de Nueva Zelanda se sumaron a esta especie de histeria colectiva, exigiendo a sus ciudadanos retirarse de lo que supuestamente sería un escenario de guerra.
El ministro ruso de Asuntos Exteriores Serguei Lavrov calificó como “provocaciones” estos llamados carentes de fundamento, que no hacen sino acentuar la tensión.
La realidad es que Estados Unidos y sus aliados están empeñados en sembrar en el imaginario popular la idea de que Rusia se dispone a invadir en cualquier momento a Ucrania, maniobra que pretende ocultar los movimientos de tropas del Pentágono y la OTAN en el este de Europa.
De hecho la gran prensa occidental habla mucho de la concentración de efectivos y medios militares rusos cerca de la frontera, pero ninguno informa sobre los arsenales que han llegado a Kiev enviados por Washington directamente, o por medio de otros países europeos.
Tampoco se habla del enorme gasto militar estadounidense en Ucrania desde que en 2014 se produjo allí un golpe de Estado dirigido desde la Casa Blanca por medio de una de sus principales operadoras, la hoy subsecretaria de Estado para asuntos políticos, Victoria Nuland.
Contrario a lo que se dice, los primeros pasos de esta crisis no los dio Moscú.
Así lo señaló la vocera de la cancillería rusa, Maria Zakharova, al afirmar que “la histeria de la Casa Blanca es más reveladora que nunca. Los anglosajones necesitan una guerra. A cualquier costo. Provocaciones, información errónea y amenazas son un método favorito para solucionar sus propios problemas”.
Sólo que no estamos en el umbral de una guerra cualquiera, porque puede convertirse rápidamente en un conflicto nuclear y mandar a toda nuestra especie de vuelta a la edad de piedra, si acaso sobrevive.