Por: Roberto Morejón
El diario The Herald Sun, del estado norteamericano de Carolina del Norte, ofreció una inusual oportunidad a los lectores de enterarse de una experiencia de cooperación en salud con Cuba, ignorada en Estados Unidos.
El medio se refirió a la primera residente en ese Estado en marchar hacia Cuba a estudiar Medicina, una alternativa que por su alto costo resulta difícil de seleccionar por jóvenes de escasos recursos en la nación más rica del globo, entre ellos los afro-descendientes.
Joyce Malanda, afirma The Herald Sun, aspira a ser doctora tras estudiar en la mayor de las Antillas, específicamente en la ELAM , Escuela Latinoamericana de Medicina.
Allí decenas de miles de alumnos, entre cubanos y de otras nacionalidades, se adiestran como Médicos para la comunidad.
Precisamente, Joyce Malanda pretende tras graduarse en Cuba atender a sus compatriotas en el sureste de Raleighg, capital estadual, y allí promover la prevención, pilar de la enseñanza en la ELAM.
Malanda cree que ella puede seguir los pasos de más de 200 compatriotas suyos titulados en la tierra de José Martí, con la asistencia de la Fundación Interreligiosa IFCO Pastores por la paz, a cargo de la selección y los viajes.
Todo lo demás corre a cargo de Cuba a pesar de las acentuadas carencias materiales, provocadas fundamentalmente por el bloqueo estadounidense y el impacto de la Covid-19 en la economía.
Como siempre, el único compromiso expuesto por los organizadores cubanos de la enseñanza de la Medicina es que los estudiantes extranjeros vuelvan a sus comunidades natales para ejercer su tarea, preferiblemente en áreas deprimidas socialmente.
Hablamos de una práctica y la experiencia asociada poco conocidos en Estados Unidos, donde prevalecen ópticas sesgadas hacia la realidad cubana, matizadas por políticas hostiles de los inquilinos de la Casa Blanca.
Liliam Burnett, de Oakland, y Sefa-Boakye, cuyos padres son originarios de Ghana, son otros de los jóvenes estadounidenses que culminaron estudios de Medicina en Cuba, de forma gratuita.
De ellos poco o nada se informa y menos aún que retornaron a Estados Unidos convencidos de la relevancia de ejercer una profesión en la que también resulta preciso ver a los pacientes en sus casas, hacer encuestas y suscitar los buenos hábitos de vida en barrios y comarcas.