Por: Roberto Morejón
La colaboración médica de Cuba se ha consolidado y mientras pueblos y muchos gobiernos agradecen ese servicio altruista, fuerzas de derecha levantan campañas destinadas a mancillarlo.
Cincuenta y nueve años transcurrieron desde el arribo del primer destacamento de médicos de la mayor de las Antillas a Argelia, considerado el germen de un programa perdurado, a pesar de dificultades materiales a causa del bloqueo estadounidense.
Ha sido precisamente Estados Unidos, y esencialmente la administración del expresidente Donald Trump, el abanderado del acoso y de la generación de calumnias contra esa prestación profesional y humanitaria.
Fuera de la potencia del Norte, también gobiernos y agrupaciones políticas conservadores así como asociaciones de médicos privados recogieron las esencias de las mentiras, a fin de tejer la letanía de la supuesta mano esclava utilizada por la nación caribeña.
Quienes así se manifiestan mienten desgarradoramente, porque los médicos y enfermeros cubanos marchan hacia otras tierras previo acuerdo entre los gobiernos de La Habana y del país receptor, sobre la base de la voluntariedad.
Una parte de esas misiones desarrolladas en naciones muy pobres, Cuba las sostiene gratuitamente, sin que de ello hablen los difamadores.
Para sostener esos planes sin pago por el país beneficiado, el archipiélago caribeño requiere obtener ingresos financieros, extraídos de las colaboraciones en Estados más florecientes.
Desde los emolumentos aportados por esos últimos salen asimismo recursos para sustentar el gratuito servicio de salud en la tierra de José Martí.
Por lo tanto, resulta calumniador hablar de la mano de obra esquilmada por Cuba, algo sabido en muchas latitudes, donde ahora trabajan casi 26 mil médicos, enfermeros y técnicos.
Ellos radican en muchas ocasiones en regiones apartadas, con residentes de escasos recursos o hacia donde no llegan los servicios domésticos de salud.
Con singulares historias de solidaridad del Contingente internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias, Henry Reeve, la nación caribeña ayudó a enfrentar los efectos de terremotos, huracanes y el ébola.
Cincuenta y nueve años después del inicio de la colaboración cubana de salud, resulta estéril opacar o menoscabar tantas lecciones de profesionalidad, valentía y altruismo de los hombres y mujeres de bata blanca.