El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, dijo que se trata de una cifra alarmante y aleccionadora
Por: Guillermo Alvarado
La cantidad de personas que debieron abandonar sus viviendas y lugar de origen debido a los conflictos armados, persecución política, violencia, desastres naturales, racismo y otras causas superó la asombrosa cifra de cien millones, según datos publicados la víspera.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, dijo que se trata de una cifra alarmante y aleccionadora, a la que nunca se debió haber llegado y que debería servir de alerta a nuestra especie para poner fin a las guerras en todo el mundo.
Aunque el funcionario puso particular énfasis en el enfrentamiento armado que ocurre hace cuatro meses en Europa del este, en realidad desde décadas atrás los truenos de las armas son la principal causa para que millones de seres humanos se desplacen en busca de preservar sus vidas.
Un ejemplo de eso ocurre en nuestro continente, concretamente en Colombia donde siete décadas de conflicto interno provocaron que al menos seis millones de sus habitantes buscaran refugio en otros lugares, sin salir del país.
A ellos se deben sumar otros tres millones que fueron empujados por el cambio climático, megaproyectos agrícolas o mineros y acciones de los terratenientes, pero que no tienen un estatuto de refugiados o desplazados.
No se puede olvidar también a los afectados por enfrentamientos domésticos que propiciaron intervenciones extranjeras, incluidas aquellas que llevan el sobrenombre de “humanitarias”, pero que causan tanto daño como las otras.
El listado es enorme y abarca países como Afganistán, Irak, Somalia, Libia, República Democrática del Congo, Nigeria, Burkina Faso y Etiopía donde la guerra lleva años cortando vidas y atormentando a las sociedades.
También están las decenas de miles de miembros de la comunidad rohingya, a quienes en su propio país, Myanmar, se les niega el derecho a la ciudadanía y la propiedad de sus viviendas por razones religiosas.
Las agencias de la ONU se esfuerzan para evitar que unos 19 millones de civiles en Yemen mueran de hambre. Con 4 mil 300 millones de dólares bastaría para evitar esa tragedia, cifra mínima comparada con los 20 mil millones que Estados Unidos destinó hace días a la guerra en Ucrania.
No menos dolorosa es la situación del pueblo de Palestina, forzados a ser refugiados en su propia tierra, ocupada y controlada por el Estado sionista de Israel con el silencio cómplice de casi todo el mundo.
Muchas cosas andan mal, cuando es más fácil conseguir dinero para matar que para salvar y compartir, cuando todo se privatiza y tiene un precio que la mayor parte de la gente no puede pagar.