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Por: Guillermo Alvarado
Faltan 12 días para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, un evento que podría dar un cambio dramático al modelo de gestión gubernamental luego de muchas décadas de dominio de las fuerzas políticas conservadoras, neoliberales y excluyentes.
Por primera ocasión en la historia del país sudamericano un candidato progresista, Gustavo Petro, podría acceder a la Casa de Nariño, impulsado por la coalición Pacto Histórico, donde coinciden agrupaciones sociales, de izquierda, ambientalistas y defensoras de los derechos humanos.
En la ronda inicial no se alcanzó la mitad más uno de los votos, lo que habría sido un triunfo ideal, y ahora Petro se enfrentará a Rodolfo Hernández, candidato de la indefinible Liga de Gobernantes Anticorrupción.
Aunque se define a sí mismo un “fuera de lugar”, Hernández no es en absoluto un advenedizo en materia política, pues fue alcalde de la importante ciudad de Bucaramanga, donde sus resultados no fueron muy alentadores en temas de desarrollo, así como en la lucha contra la pobreza y la exclusión.
Tampoco es tan independiente como afirma, pues hay grupos de derecha que lo acompañan y, tras pasar al repechaje, ha recibido con agrado el apoyo de los partidos tradicionales, incluido el Centro Democrático, de Álvaro Uribe.
Ya declaró que no va a participar en ningún tipo de debate público y su campaña se realiza más bien por medio de las redes sociales, con las ventajas y limitaciones que estas tecnologías tienen.
Respecto a los sondeos de intención de voto por el momento no marcan una clara tendencia y favorecen indistintamente a uno y otro candidato.
El más reciente, del Centro Nacional de Consultoría, da a Petro el 44,9 por ciento de preferencias, frente al 41 de Hernández.
Otras encuestas, como las de las empresas Guarumo y EcoAnalítica Medición y Conceptos Económicos ponen a Hernández por delante de Petro, aunque con una diferencia menor al margen de error, lo que es un empate técnico.
Como se sabe, los sondeos dan una especie de fotografía del estado de opinión en un sector determinado de la población. Depende mucho de la selección de la muestra para determinar el resultado y están sujetos a variantes, entre ellas la forma de realizarlos y la formulación de las preguntas.
No hay que olvidar tampoco que la campaña se realiza en un ambiente marcado por la violencia, la represión policial y los ataques contra líderes sociales, lo cual orilla a muchas personas a abstenerse de participar.
Será una docena de días intensos, donde la derecha sólo cambió de figura, pero no de métodos y la apuesta es movilizar a los indecisos y lograr que el optimismo y la esperanza derroten al miedo.