Imagen / Telesur
Por: Guillermo Alvarado
Ni las recientes tragedias que han costado decenas de vidas, ni las duras medidas contra los migrantes en Estados Unidos, o los altísimos costos de esta aventura, han desestimulado la partida de decenas de miles de personas en busca del sueño de una vida mejor en la potencia norteña.
Así lo reflejó un informe de la Cruz Roja Internacional publicado hace pocas horas, donde se advierte que el flujo migratorio irregular, es decir las masas de personas sin la documentación requerida, está aumentando de manera drástica en el territorio de México y Centroamérica.
El secretario general de la organización, Jagan Chapagain, mencionó la existencia de una "combinación de problemas" que explican este fenómeno, entre ellos el incremento de la pobreza, la violencia, inseguridad y los conflictos locales.
Habría que agregar a esto la ausencia del Estado y los gobiernos, que por múltiples razones dejan de prestar servicios indispensables de salud, educación, vivienda, empleo y oportunidades, en particular a los más jóvenes, un sector donde crece el sentimiento de abandono.
Desde que el actual presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, estaba en la campaña electoral prometió atacar estos flagelos.
Se habló al principio de su gestión de buscar fondos e inversiones destinadas a promover el desarrollo económico en zonas deprimidas del sur de México y el Triángulo Norte Centroamericano, formado por El Salvador, Honduras y Guatemala, pero todo se quedó en palabras.
Pero además de ser un emisor de migrantes, el istmo que enlaza el norte con el sur del continente americano es también un corredor donde se mueve gente de otros continentes, que escapan por las mismas razones ya enumeradas.
Es decir que el problema es doble, pero las soluciones no aparecen y en ese ínterin las bandas del crimen organizado hacen de las suyas y recaudan cifras asombrosas de dinero, sea por el pago del viaje en sí mismo, o por la extorsión que hacen a las familias de los viajeros.
Una de sus últimas fechorías es implementar los llamados viajes “VIP”, término que en español significa Persona muy Importante y que ya pasó del gran mundo empresarial o turístico a la jerga de los traficantes de personas.
Se trata, en resumen, de ofrecer traslados seguros, cómodos, con cervezas y distracciones incluidas, pero que suelen tener el mismo final: la captura, el abandono, o la muerte de la víctima.
Está dicho hasta el cansancio que no se trata de aplicar medidas policiales o de seguridad, sino de crear oportunidades y desarrollo en la patria de los migrantes, pero los oídos siguen sin escuchar y los ojos no quieren ver.