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Por María Josefina Arce.
A menos de 15 días de la segunda ronda de las elecciones generales en Brasil, las calles del gigante suramericano se llenaron de jóvenes en protesta por el recorte presupuestario a la educación anunciado a principios de mes por el gobierno que preside Jair Bolsonaro, quien por cierto, aspira a su reelección.
Las informaciones refieren que se llevaron a cabo en las últimas horas multitudinarias manifestaciones en 21 estados y en el Distrito federal.
De 460 millones de dólares es el recorte anunciado, lo que pone en riesgo, señalaron los manifestantes, el funcionamiento de los centros de enseñanza.
Bruna Brelaz, presidenta de la Unión Nacional de Estudiantes, afirmó que "es inaceptable que las instituciones vivan constantes recortes, sin un proyecto del ministerio y del gobierno que las entienda como estratégicas para el desarrollo del país."
Desde que Bolsonaro asumió la presidencia, en enero de 2019, ha sido constante la disminución de los recursos destinados a esa esfera, que ha visto pasar un desfile de ministros, quienes o bien no desarrollaron ninguna estrategia a favor de la educación o desmantelaron las políticas ya existentes.
Según los análisis de centros de investigación, en el gobierno de Bolsonaro se ha registrado una reducción de 94% en las inversiones destinadas a las universidades federales en los últimos cuatro años.
Por demás, a principios de año salió a la luz el desvío de recursos del Ministerio de Educación para favores políticos, un escándalo que ha salpicado al actual inquilino del Palacio del Planalto.
La educación ha sido atacada por el actual mandatario, se ha ido deteriorando su calidad y disminuido las posibilidades de los brasileños de acceder a este derecho humano esencial, sobre todo para los sectores más humildes. Bolsonaro ha echado por tierra los avances registrados en los gobiernos del Partido de los Trabajadores.
Cuando en 2003 llegó al poder Luiz Inácio Lula Da Silva se puso en marcha una política de destinar más recursos y ampliar el acceso, en especial a las universidades. Es así que se crearon nuevos centros de altos estudios federales.
A las universidades privadas por su parte, se les otorgaron exenciones de impuestos a cambio de becas parciales o totales para una determinada cifra de estudiantes, al tiempo que se creó un sistema de préstamos garantizado por el gobierno.
Bolsonaro ha comprometido el futuro de niños y jóvenes, ha negado a muchos la posibilidad de ampliar sus perspectivas, mejorar sus condiciones de vida y tributar al desarrollo de Brasil.