Ante el bloqueo, sin quedar maniatados

Editado por Maite González
2022-11-02 06:54:07

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Por: Roberto Morejón

El personal cubano de calificación superior, técnicos y obreros realizan cada día tareas en algunos casos asombrosas, para sortear los efectos negativos del bloqueo estadounidense, flagelo que también obliga a los maestros a recurrir a la creatividad.

 Si bien en más de 60 años de bloqueo el impacto general se tradujo en pérdidas por más de 154 mil millones de dólares, los cubanos contabilizan esos descalabros por cada sector.

 Mucho más cuando el asedio de Washington, recrudecido durante el mandato de Donald Trump, se asoció dramáticamente a la pandemia por la Covid-19 y en 2022 a la crisis internacional, por altos precios de alimentos y energía.

 Todo ello castiga al sistema educacional de la mayor de las Antillas, a pesar de que en medio de acentuadas privaciones materiales, el gobierno le destinó este año 24 por ciento del presupuesto nacional.

 Es cierto que la educación sigue como un derecho de todos y su balance general es orgullo de los cubanos y motivo de reconocimiento global.

 Pero son innegables las secuelas del bloqueo estadounidense al comprar materias primas imprescindibles en la fabricación de lápices, papel para libros, temperas, madera con vistas a remozar mobiliario o reponer déficit en laboratorios.  

 Los Ministerios de Educación y de Educación Superior hacen grandes esfuerzos para reparar edificaciones, pero escasean materiales de construcción y equipamiento importados.

 En toda la geografía nacional también son visibles las ramificaciones del bloqueo estadounidense en el sistema de educación especial.

 Si bien tiene prioridad por matricular alumnos con alguna discapacidad, ese tipo de instrucción demanda, por ejemplo, máquinas e impresoras con el sistema braille, sillas especiales y artilugios para ayudar a los docentes en sus clases.

 Pero el alto costo de esos renglones y el requerimiento de conseguirlos en mercados lejanos por la imposibilidad de hacerlo en Estados Unidos, hace más compleja la enseñanza especial en la nación caribeña.

 Aun con todas las carencias, maestros y profesores no permanecen maniatados, según expresan al preguntarles cómo enfrentan su hermosa labor cotidianamente al frente de las aulas.

 La educación en Cuba sigue gratuita y si bien el déficit material es tangible, ningún alumno va a casa por el cierre de su escuela, pero la comunidad internacional valora nuevamente en la ONU las huellas de una política estadounidense atroz.  FIN

 



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