Foto: Diario Granma.
Por María Josefina Arce.
Desde 2001 se celebra el 10 de noviembre el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, una iniciativa de la UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, para concientizar sobre la necesidad de poner los conocimientos a favor de toda la sociedad.
La ciencia siempre ha tenido un papel esencial en el enfrentamiento a diversas problemáticas como el subdesarrollo, el hambre, la pobreza, enfermedades y el cambio climático.
En Cuba esta disciplina es un innegable ejemplo de cuánto se puede hacer a favor de la paz y el desarrollo. Invaluables son sus aportes en diversas esferas, especialmente en la salud, que han permitido salvar incontables vidas.
Durante la pandemia de la COVID 19, la comunidad científica cubana estuvo desde un inicio en la primera línea. A las ideas, sugerencias de este personal altamente calificado debemos la implementación de adecuados protocolos para el enfrentamiento al virus.
Nuestros investigadores hicieron posible la inmunización de la población, al crear tres vacunas, de alta seguridad y eficacia, contra la enfermedad causada por el nuevo coronavirus. Cuba se convirtió en el primer país de América Latina y el Caribe en contar con inmunos propios, aplicados exitosamente también a niños y adolescentes.
Pero la ciencia cubana ha rebasado nuestras fronteras; con medicamentos de probada eficacia ha contribuido igualmente a aumentar la calidad de vida de muchas personas en el mundo con determinadas dolencias como la úlcera de pie diabético.
La cooperación en misiones médicas en cualquier rincón del mundo es un claro ejemplo del uso del saber a favor de la paz. Cómo lo son las distintas iniciativas desarrolladas por la Mayor de las Antillas que han beneficiado a numerosas personas. Así tenemos la Operación Milagro, un programa de rehabilitación oftalmológica, y el estudio en varias naciones de las personas en situación de discapacidad.
Sus aportes han sido también esenciales por ejemplo, en el enfrentamiento al cambio climático no solo en nuestro país, sino en otras naciones del área. Muchos estudios en islas del Caribe sobre la elevación del nivel del mar y de las emisiones de gases de efecto invernadero han sido desarrollados desde territorio cubano.
Asimismo, profesionales cubanos constituyen gran parte del potencial científico de un importante centro de investigación climático de Belice.
En Cuba los aportes de la ciencia siempre se han puesto a disposición del avance del país en las distintas ramas y del bienestar de la población y de los ciudadanos de otras naciones, como una modesta contribución a la paz y por un mundo mejor.