Por: Roberto Morejón

La constitución de las asambleas municipales del Poder Popular se asocia en Cuba con actos de elevado compromiso político y social, de ahí que en algunos territorios decidieran conformarlas en sitios de interés histórico y alegórico.

Y no es para menos, porque esos organismos de gobierno en la base deberán alentar el desarrollo del área a partir de una mayor autonomía y amplitud de su agenda, en consonancia con la descentralización en Cuba de muchas funciones.

Las 168 asambleas municipales integradas recientemente revisten relieve en Cuba en la medida en que representan el núcleo al que aportan los delegados de circunscripción electos en el país en noviembre.

Se trató de un ejercicio de la democracia participativa ahora coronado con la conjunción de las asambleas, en cuyo seno la primera gran determinación tomada fue la de seleccionar al presidente y vicepresidente.

Resulta llamativa la elección de 182 mujeres para esos cargos, o sea 54 por ciento, superior al indicador de la gestión saliente.

Los cubanos tienen muy en cuenta la importancia de las encomiendas de las asambleas municipales, pues, entre otras, fiscalizan y controlan entidades de subordinación municipal y la organización de actividades económicas.

Con la misión de ejercer su mandato por un período de cinco años, los miembros de los órganos de gobierno en la referida instancia de base aseguraron ser fieles servidores del pueblo y la comunidad.   

Los moradores de los barrios y otros asentamientos esperan eso mismo de sus representantes, en quienes depositaron confianza por ser personas capacitadas  para desempeñar tan importante tarea.

En cualquier circunstancia del país, los delegados de circunscripción nucleados en el municipio asumen ocupaciones relevantes, pero ahora es decisivo.

Así lo es por las limitaciones materiales de la mayor de las Antillas, a causa del bloqueo estadounidense e insuficiencias internas.

Sobre los hombros de esas personas recae el compromiso de estar al tanto de los problemas y dificultades de las comunidades para tramitar soluciones y a no pocas de ellas hallarles respuestas con la participación de los propios ciudadanos.

Unidos, delegados y pobladores, deberán auscultar  potencialidades de los territorios, en busca de la prosperidad.