Por María Josefina Arce
La OMS, Organización Mundial de la Salud, decidió mantener la emergencia sanitaria global por la COVID 19, un virus que ha significado un reto para los sistemas sanitarios de todo el planeta, pero también para el compromiso con la igualdad y la dignidad humana.
Los tres años de incidencia de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus expusieron no solo las profundas brechas sociales en los distintos países, si no también las existentes a nivel mundial entre las naciones ricas y pobres.
La pandemia ha provocado retrocesos en el desarrollo y ha sido un freno a los esfuerzos mundiales por poner fin a la pobreza extrema, que se incrementó con fuerza en estos 36 meses.
El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, señaló que el virus ha tenido un efecto devastador en las partes más desfavorecidas de la sociedad, mientras que a los más ricos les ha ido muy bien.
La CEPAL, Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe, ha manifestado que en la región la COVID 19 llevó a una crisis social, con el aumento de la pobreza de sectores vulnerables como las mujeres, niños y las comunidades indígenas.
Pero el virus también mostró otra lamentable realidad. Las vacunas anticovid no llegaron a todas las partes del mundo de la misma manera. Los países ricos acapararon los antígenos, compraron dosis suficientes para vacunar a su población varias veces.
En el otro extremo, los estados menos desarrollados, con escasos recursos para adquirir los inmunógenos necesarios. Los expertos han apuntado que el acceso a los medicamentos es un derecho humano fundamental, que se ha violado al no dar un acceso igualitario o incluso ninguno a las vacunas.
Mientras en algunas naciones se han aplicado dosis de refuerzo, en otras todavía la población en su totalidad no tiene un esquema completo de inmunización. África ha sido uno de los continentes más golpeados por ese desequilibrio.
De acuerdo con la OMS, el continente africano está todavía lejos de alcanzar el objetivo mundial de proteger al 70% de la población, trazado en un inicio para finales del pasado año.
Los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud revelaron que hasta octubre de 2022 solo 24% de los pobladores del llamado continente negro había completado su serie de vacunación.
Como el virus de las desigualdades ha sido calificada la COVID 19, que ha dejado más al descubierto las grandes brechas existentes en el mundo y la necesidad de que sea la solidaridad y la cooperación, sin condiciones, la que prime para poder hacer frente a desafíos comunes.