OEA, Luis Almagro
por María Josefina Arce
No se demoró mucho la OEA, Organización de Estados Americanos, en manifestar su apoyo al presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, al que buena parte de la ciudadanía reclama su renuncia por la situación del país, marcada por el alto costo de la vida, inseguridad y drásticos recortes a servicios sociales básicos, además, de estar en la mira en un sonado caso de corrupción.
El pronunciamiento de la cuestionada OEA tuvo lugar justo después de que la Asamblea Nacional de Ecuador aprobara un informe que recomienda un juicio político contra Lasso por delitos contra la administración pública y la seguridad del estado.
Son muchas las voces que se han alzado en la nación andina para criticar la injerencia del organismo regional, el cual, enfatizan, está vinculado a la desestabilización en varias naciones de América Latina y se caracteriza por ignorar los intereses de los pueblos.
El asambleísta Ricardo Ulcuango, de la bancada de la Unión por la Esperanza, citado por la agencia noticiosa Prensa Latina, apuntó que esta vez la Organización de Estados Americanos apoya a un presidente señalado por tener vínculos con el narcotráfico y por comprometer la seguridad del estado. ¡Tal para cual!, enfatizó.
Lasso está envuelto en el denominado caso "El gran padrino", que se refiere a los vínculos de su cuñado Danilo Carrera, y su amigo cercano Rubén Cherres, con el narcotráfico y una red de corrupción que se tejió a través de sobornos por contratos en las empresas públicas estratégicas como la de telecomunicaciones y electricidad.
Ahora la OEA llama al respeto al orden constitucional, cuando sigue ganando terreno la petición popular de que Lasso deje el poder. Al parecer se ha olvidado de su histórico respaldo a golpes de estado en la región, como el de 2019 en Bolivia contra el entonces presidente Evo Morales, elegido democráticamente en las urnas por los bolivianos.
Luis Almagro, secretario general de ese bloque, ignoró las denuncias de atroces violaciones de los derechos humanos durante el gobierno de facto de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez. Incluso fue más allá y calificó de fraude las elecciones generales de octubre de 2019 en las que fue reelecto Morales.
La organización que dirige Almagro, apuntalado por Estados Unidos, también ha dado su apoyo a Dina Boluarte, designada presidenta del Perú, tras el golpe contra Pedro Castillo en diciembre último, aún cuando su renuncia es un reclamo de los peruanos, violentamente reprimidos por la policía y el ejército.
Muchos recuerdan igualmente la acogida del bloque regional, siguiendo los pasos de Estados Unidos, a Juan Guaidó, quien en 2019 se autoproclamó presidente interino de Venezuela, desconociendo la legitimidad de Nicolás Maduro, reelegido democráticamente en las urnas en los comicios de 2018.
Pero la OEA que dirige Almagro decidió ignorar el orden constitucional en la nación suramericana y se alió con Guaidó, de quién se alejó finalmente Estados Unidos por no servirle ya para sus intereses, lo que llevó a que la propia oposición venezolana eliminará su gobierno ficticio.
Estos son los personajes a los que la Organización de Estados Americanos, apadrina, ignorando el reclamo de los pueblos. Pero otra cosa no se puede esperar de esta entidad que nació en 1948 como un mecanismo para la dominación de Estados Unidos en América Latina y el Caribe.