Aniversario de la creación de los Círculos Infantiles
Por: Roberto Morejón
La insistencia de los padres en buscar capacidades para que atiendan a sus hijos ratifica el buen criterio de los cubanos sobre las guarderías infantiles, lugares donde reciben cuidados y las primeras nociones para insertarse en el entorno social.
Llamados aquí círculos infantiles, esos recintos cumplen el aniversario 62 de su fundación, cuya idea la formuló la destacada dirigente Vilma Espín, creadora de la Federación de Mujeres Cubanas.
Esos ámbitos nacieron con el propósito de velar por los niños por debajo de la edad escolar para facilitar la incorporación de sus madres al empleo, una necesidad imperiosa al triunfo de la Revolución Cubana.
La Federación de Mujeres asumió la organización de los círculos infantiles, pero con su aumento la responsabilidad recayó en el Ministerio de Educación.
Tanto la agrupación femenina como la institución estatal de referencia insistieron en brindarle a los pequeños retoños la mejor de las atenciones, educación y aprendizaje, acorde con su edad, con métodos frescos e innovadores.
Con el paso de los años surgieron en la mayor de las Antillas las escuelas de asistentes, directoras y educadoras de los círculos infantiles, desde donde egresó el personal calificado para asumir esas labores.
Cuba fomenta hoy la Licenciatura en Educación Preescolar y un subsistema de formación a ese nivel de acuerdo con la especificidad de esa etapa de la instrucción.
Es cierto que hoy algunas de las edificaciones dedicadas a velar por los niños hasta seis años requieren de transformaciones arquitectónicas.
Pero las carencias materiales del país, como consecuencia del bloqueo estadounidense y otras causas, complican la obtención de recursos.
También resultan insuficientes las capacidades de los círculos infantiles, pues en el curso académico 2022-2023 se entregaron poco más de 25 mil, solo 46 por ciento de las solicitudes.
Hasta que puedan construirse más recintos, el Ministerio cubano de Educación insta a entidades estatales con condiciones a crear las llamadas Casitas infantiles, es decir, lugares en las propias entidades para acoger a infantes cuyas madres trabajan.
Vale la pena incursionar por ese camino hasta tanto aumenten los inmuebles destinados a esos fines.
Son muy valiosos porque cuando los representantes de las más lozanas generaciones concluyen su permanencia en los círculos infantiles y matriculan en la enseñanza primaria, los maestros elogian sus conductas y fluidez comunicativa.