Por: Roberto Morejón
La crisis en Ecuador parece indetenible porque el presidente Guillermo Lasso está a las puertas de un juicio político y el país se desangra por la violencia.
El reciente ataque a un puerto de pescadores artesanales en la empobrecida y norteña provincia de Esmeraldas por efectivos fuertemente armados desplazados en lanchas y automóviles, puso en vilo a la sociedad.
Los ecuatorianos viven en la incertidumbre por los niveles de delincuencia común y las refriegas entre grupos del crimen organizado, empeñados en mover drogas por Esmeraldas, fronteriza con Colombia.
El asalto a la rada pesquera cobró la vida de casi una decena de personas y ocurrió en medio de un estado de excepción impulsado por Lasso, en un agónico intento de aplacar los altos índices de violencia y criminalidad.
Debe recordarse que a fines de 2022 una venganza de grupos criminales por el traslado de presos que llevó a amargas rencillas en penitenciarías, fue suficiente para que el Presidente de la nación declarara la emergencia por 60 días en tres provincias.
No asombra entonces que la tasa de homicidios en Ecuador estuviera próxima a duplicarse el pasado año, al pasar de 14 por cien mil habitantes en
A la notable inseguridad se suma la crisis económica, ante lo cual líderes sindicales se disponen a salir a las calles el primero de mayo para reivindicar derechos laborales y reclamar la salida del primer mandatario de
Este último se expone a un juicio político por el delito de peculado a causa de irregularidades en contratos petroleros, factor que lo obliga a trabajar a la defensiva cuando está a punto de cumplir la mitad de su mandato.
Lasso no cuenta con mayoría en
El jefe de Estado ya enfrentó una moción para destituirlo en junio de 2022 en momentos en que se realizaban en Ecuador manifestaciones de campesinos e indígenas por lo que consideran situación de vulnerabilidad.
Ante el cúmulo de desafíos, algunos esperaban del conservador Lasso una disposición al diálogo y a la comunicación con sus compatriotas, pero el Presidente hizo lo contrario.
Sometido a la crítica por liberar el porte de armas en civiles, el gobernante hace oídos sordos y se refugia en su versión singular de los hechos, responsabilizando al correísmo de lo que marcha negativamente.
Como señalara un ex secretario de Comunicación, el gobierno de Lasso cree que es el héroe de su propia historia”.