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Por Roberto Morejón
Desde la gobernación en el estado norteamericano de la Florida y las gradas de un estadio español se reiteraron recientemente señales de intolerancia hacia minorías.
El ultraconservador Ron DeSantis, quien pretende disputarle al no menos retrógrado Donald Trump la candidatura por el Partido Republicano a las presidenciales en Estados Unidos en 2024, exhibe como “aval” sus políticas frenéticas en la Florida.
Sin tener a cuestas pleitos judiciales como su adversario el magnate inmobiliario, DeSantis se jacta de sus posiciones extremas, como suele hacer su contendiente.
El gobernador de la Florida desata guerras culturales contra quienes califica de progresistas o exponentes de izquierda, en esferas como la justeza racial, que en su criterio no debe ser enseñada en las escuelas, la orientación sexual y la identidad de género.
Entre las banderas levantadas por DeSantis figuran sus conminaciones a transformar el sistema educativo en el sureño estado, porque, a su juicio, debe limitarse lo que llama “adoctrinamiento”, o sea, los intentos de maestros de explicarles a sus alumnos conceptos de la vida moderna.
Pero el republicano que controla la gobernación floridana también tiene émulos en el Viejo Continente.
Así lo resaltó el incidente discriminatorio contra el futbolista brasileño Vinicius Júnior en el estadio de Mestalla, donde el jugador del Real Madrid volvió a recibir agravios racistas de los fanáticos.
La repulsa fue inmediata. El presidente brasileño, Luis Inacio Lula da Silva, fue muy gráfico en sus expresiones al respecto: “No podemos permitir que el fascismo y el racismo tomen los estadios”.
Parte de la prensa internacional destacó que no se trata de un hecho aislado porque recordaron el racismo estructural imperante en públicos e instituciones del Primer Mundo, como se preconiza en leyes de extranjería.
Organizaciones no gubernamentales han denunciado que los grandes medios de comunicación del Norte industrializado alimentan el imaginario prejuicioso, sobre todo ante lo que consideran como peligro, es decir, los arribos de embarcaciones con inmigrantes ilegales.
El episodio Vinicius y los desmanes de Ron DeSantis son dos expresiones del avance de la extrema derecha en sociedades industrializadas que con discursos supuestamente nacionalistas tratan de esconder su odio a la diversidad.