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Por Roberto Morejón

La presencia de un submarino nuclear de Estados Unidos en la base militar de Guantánamo, en territorio usurpado a Cuba, reafirma las razones de los habitantes del archipiélago caribeño para exigir su devolución.
 
La permanencia del sumergible fue rechazada rápida y categóricamente por el gobierno de la nación caribeña, al considerarla una escalada provocadora, cuyos motivos políticos o estratégicos se desconocen.
 
Para la mayor de las Antillas la irrupción del navío en el enclave militar constituye un desafío grave en el área, declarada zona de paz en 2014 por la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.  
 
Peor aún. La reacción del gobierno estadounidense al justo rechazo de Cuba a la presencia del submarino nuclear en la base de Guantánamo, estuvo signada por la prepotencia.
 
El vocero del Departamento norteamericano de Estado, Mattew Miller, reiteró la expresión del Pentágono de que  seguirán volando, navegando y moviendo activos militares donde lo consideren.
 
Con esa misma arrogancia llevaron a una cárcel construida en la base de Guantánamo en 2002 a centenares de reos, durante la llamada guerra contra el terrorismo.
 
A la mayoría de los reclusos no se les celebró juicios, carecieron de abogados defensores, y los que lograron salir denunciaron haber sido sometidos a torturas.
 
La relatora especial para los derechos humanos y la lucha antiterrorista de la ONU, Fionnuala Ní Aoláin, afirmó recientemente que los 30 presos aún existentes  son objeto de un trato "cruel, inhumano y degradante".
 
Al parecer, Estados Unidos solo conserva ese enclave para acoger la cárcel y ultrajar los derechos soberanos de Cuba, pues, como dijera una declaración, su utilidad es reducida.
 
Recordemos que la de Guantánamo se suma a casi 70 sostenidas por la potencia del Norte en el Hemisferio Occidental, las que agregadas a las instaladas en otras latitudes aportan un total de más de 800, por mucho el país con más asentamientos peligrosos de ese tipo.
 
La permanencia del submarino nuclear en la base militar de Guantánamo coincide con una histeria de sectores en Estados Unidos en relación con lo que ellos llaman presencia de instalaciones de inteligencia de China en la mayor de las Antillas, negada contundentemente por ambos gobiernos.
 
Ninguna histeria o despliegue de fuerza hará desistir a  los cubanos de su justa demanda para la devolución del enclave de Guantánamo, fruto de la imposición y una afrenta al derecho internacional.