Inicio del curso escolar.
Por Roberto Morejón
Cada inicio de curso escolar se convierte en un acontecimiento en Cuba, tanto en la familia como en la sociedad, porque todos aportan a que el niño o joven cuenten con las facilidades posibles.
Después de acentuados cambios en los años lectivos precedentes a causa de la pandemia por la Covid-19, Cuba retoma en septiembre todos los ciclos.
Para lograrlo se ha trabajado desde hace meses con vistas a contar con los aseguramientos materiales aunque sea mínimos, pues se conocen las dificultades de ese tipo en el país, fundamentalmente por el bloqueo estadounidense.
Aun con esas carencias, la nación ha creado condiciones para que la mayoría de las escuelas abra sus puertas con los maestros, libros, cuadernos, organización e higiene requeridos.
El logro merece atención cuando la mayor de las Antillas acaba de sufrir los embates de la tormenta tropical Idalia, con estragos causados sobre todo en el extremo occidental del archipiélago.
Allí se trabajó para que las interrupciones de las vías por las inundaciones y el inicial corte del servicio eléctrico, no opacaran los esfuerzos por contar con las capacidades listas para impartir clases.
La occidental provincia de Pinar del Río se restablece aún de los daños causados por el potente huracán Ian en septiembre de 2022, cuyos vientos dañaron miles de viviendas.
Pero los pinareños no abandonaron su decisión de que a pesar de todo se inaugurara el curso escolar, a lo que favorecieron familias, empresas, organizaciones de masas y el Estado.
A la normal apertura del período instructivo también ayudó la búsqueda de maestros, ya sea jubilados de regreso a la labor, recién graduados de magisterio y profesionales de otros sectores que, bajo contrato, llenaron vacíos en regiones con déficit de docentes.
Como ocurre siempre en esta nación caribeña, el énfasis en cada inicio de curso no solo radica en optimizar la preparación de pedagogos, directivos y personal auxiliar.
También se exhorta a padres, tutores y abuelos a ejercer su papel esencial en la transmisión de valores a los niños y supervisar su aprovechamiento escolar.
No se trata de que la familia sustituya a los profesores y maestros, sino de complementar su trabajo.
Por todas esas razones, la sociedad cubana acoge el comienzo del año lectivo como un motivo de satisfacción.
Niños y jóvenes están seguros en las escuelas y reciben los conocimientos y preparación adecuados para ser buenos ciudadanos.