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Por Roberto Morejón
 
Con la frescura de la edad, sin eludir la alta responsabilidad de abordar asuntos cruciales, una representación de jóvenes de la enseñanza media de Cuba debatió en La Habana la rigurosa realidad de hoy, en un país bajo férreo bloqueo estadounidense.  
 
Poco menos de 300 delegados de la FEEM, Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, e invitados reflejaron en diálogo distendido inquietudes y certezas, y la necesidad de trabajar por un país donde  los jóvenes encuentren su proyecto de vida.
 
Fortalecer la estructura interna de la organización se enfiló como una de las apremiantes realizaciones de la FEEM.
 
Con 270 mil miembros, la colectividad tiene mucho por decir y actuar, independientemente de que su misión es estudiar.
 
No obstante, como patentizaron los reunidos en esta capital, en diálogo al que contribuyó el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, se imponen intercambios de puntos de vista acerca de la comunicación, el trabajo político-ideológico, la enseñanza deportiva, pedagógica y artística y el desarrollo de los valores ciudadanos.
 
Esa gran familia, como ellos mismos se llaman, resaltó el primer mandatario, plantea problemas y también soluciones.
 
Se trata del aporte de los de ese grupo etario al caudal de ideas imprescindibles en una sociedad obligada a enfrentar entuertos cotidianos, en un contexto de agudas carencias materiales, derivadas del acoso externo e insuficiencias propias.
 
En esa atmósfera se inserta la oportunidad de que los estudiantes de la enseñanza media discutieran sobre realidades a veces lacerantes, como la de contar con muchachos en condición vulnerable en las aulas, una minoría que a veces acude a estimulantes y otros que a pesar de la vigencia del Código de las Familias, practican actitudes discriminatorias.
 
Acerca del embarazo en adolescentes, el imperativo de incursionar con espíritu crítico en las redes sociales y la defensa de la cultura integral en un mundo donde las potencias pretenden imponer una colonización intelectual, figuran como inquietudes y líneas de trabajo de los adolescentes y jóvenes cubanos.
 
En esa coyuntura, la organización juvenil discutió en referencia hacia cómo escuchar y representar gustos, intereses y expectativas, disímiles incluso según la escuela y territorios.
 
La sociedad cubana contempla con satisfacción que las generaciones más lozanas estén inmersas en lo que ocupa a todos y en los proyectos para lograr el bienestar anhelado.