Imagen de archivo/RHC

Por Roberto Morejón
 
En medio de graves dificultades luego de 12 años de guerra, a los que se unió el impacto de un terremoto, Siria hace esfuerzos enormes por la supervivencia y el  gobierno recompone lenta y gradualmente relaciones exteriores.
 
Acuerdos importantes firmados por los presidentes de China, Xi Jinping, y de Siria, Bashar al Assad, trazan una ruta esperanzadora para ese último país, si bien las carencias materiales son notables.
 
El Jefe de Estado de Siria cumplimentó su primera visita oficial a China desde 2004 y como resultado ambos gobiernos establecieron lo que llamaron asociación estratégica.
 
China reiteró el apoyo a Siria en su rechazo a la intervención extranjera y las sanciones de Occidente, en sus esfuerzos por salvaguardar la soberanía y la integridad territorial.
 
Para Siria representa un paso importante la cooperación con Beijing en la iniciativa de la Franja y la ruta de la seda, además de firmar acuerdos de colaboración económica y tecnológica.
 
La permanencia de Bashar al Assad en el gigante asiático se inscribe en un proceso paulatino de expansión de las relaciones exteriores de Damasco, después del cerco impulsado por Estados Unidos.
 
Este último país, con bases militares en Siria en contra de la voluntad de su gobierno, se apodera de parte del petróleo nativo, luego de apoyar a opositores y terroristas que han sembrado la destrucción.
 
En dirección opuesta al aún vigente hostigamiento de la potencia del Norte, en el Oriente Medio se aprecia una aproximación tímida hacia Damasco.
 
El líder sirio ha visitado en los últimos tiempos Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Omán y Rusia y el ministro de Relaciones Exteriores se desplazó a Egipto, Argelia, Túnez y Jordania, en tanto el país regresó a la Liga Árabe.
 
Se espera que aumente la ayuda a Siria, con una economía debilitada a causa de la guerra y de acciones armadas de bandas que aun controlan regiones del país, alentadas por fuerzas externas.
 
Siria sufre inflación, resulta imprescindible reactivar la agricultura, no todas las escuelas pudieron recuperarse en los territorios controlados por el gobierno y el terremoto de febrero dejó una estela de destrucción.  
 
En esas circunstancias embarazosas resulta alentadora la comprensión y ayuda prometidas por China, un país dispuesto a atender los apremios de naciones del Sur global.