¿Las matanzas de niños daños colaterales?
Por Roberto Morejón
Con matices y mayor o menor contundencia, varios países de América Latina han condenado los feroces, desproporcionados e injustificables bombardeos de Israel en Gaza.
Los rechazos se hicieron a la par de las informaciones sobre el ametrallamiento de civiles palestinos, muchos de ellos recluidos en hospitales, o incluso cuando avanzaban hacia el sur de la franja.
Bolivia denunció que las altas cifras de muertos y heridos se podría considerar un genocidio contra el pueblo palestino y anunció el envío de ayuda humanitaria a la estrecha porción de tierra, en contraste con la supresión de servicios básicos por los ocupantes.
Destacaron expresiones del embajador de Bolivia en la ONU, Diego Pary, al señalar que su país considera a Israel un Estado irrespetuoso de la vida.
Más al sur, el presidente chileno, Gabriel Boric, lamentó el asesinato de niños palestinos y su gobierno llamó a consultas a su embajador en Israel.
Similar conducta asumió el jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro, quien aún en una coyuntura política interna compleja, ha evaluado duramente los crímenes de Tel Aviv.
Venezuela y Cuba reiteraron mediante declaraciones oficiales y pronunciamientos el rechazo a las atrocidades del régimen sionista, que de acuerdo con Caracas conceptúan como genocidio.
Para el dignatario brasileño, Luiz Inacio Lula Da Silva, resulta inaceptable la negativa de los perpetradores de los ataques a asumir su responsabilidad por los crímenes.
Para Brasil resultó cuestionable el veto de Estados Unidos el 18 de octubre a su proyecto de resolución para conseguir un cese al fuego en Gaza.
Como se sabe, Israel y su mejor aliado, Estados Unidos, asumen que las masacres cometidas por el primero parecen ser el “tono” adecuado en la actual escalada de violencia en Oriente Medio.
Estas y otras posiciones de gobiernos y personalidades en varios países de América Latina se abren paso a pesar de una febril campaña de la prensa hegemónica por calzar los argumentos del régimen sionista.
Como si el mundo debiera admitir que las matanzas de niños deben considerarse “daños colaterales” en una guerra, esos medios corporativos restringen adjetivos para referirse a Tel Aviv.
Con frecuencia hablan de lo que llaman enfrentamientos en Gaza, cuando allí está en marcha un operativo de limpieza étnica de una potencia regional, apuntalada por Washington.