Lautaro Carmona, presidente del Partido Comunista de Chile, en la Fiesta de los Abrazos. (Foto: @PCdeChile)
Por Guillermo Alvarado
El Partido Comunista de Chile y, en general, el mundo progresista de esta nación sudamericana, celebraron el fin de semana la tradicional Fiesta de los Abrazos, un punto de encuentro para compartir y reflexionar sobre los temas más urgentes a nivel local e internacional.
Habitualmente los comunistas festejaban el 2 de enero, en memoria de ese día del año 1922 cuando el dirigente Luis Emilio Recabarren le cambió el nombre al Partido Obrero Socialista e inscribió a la nueva formación política en la III Internacional.
Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 la represión de la dictadura encabezada por Augusto Pinochet se cebó contra los militantes comunistas, que fueron uno de los pilares del presidente Salvador Allende y cientos fueron secuestrados, torturados y asesinados.
El partido se sumergió entonces en un estricto clandestinaje y sus principales líderes, que permanecieron en Chile, organizaron la resistencia en medio de una feroz persecución.
Se hizo común que cuando dos o más militantes se encontraban, muchas veces en medio de una tarea, se abrazaban contentos de saberse vivos y en la lucha.
En 1988, todavía bajo la dictadura pinochetista se realizó la primera versión y cientos de comunistas, muchos ya retornados del exilio, se reunieron bajo la fachada de un evento artístico y cultural.
Durante aquella época un encuentro y una despedida podían ser la última y todos eran muy conscientes de eso y por ello el gesto más común entre los asistentes fueron los intensos y fuertes abrazos, que quizás sólo podrían repetirse en la eternidad.
En 1991 ocurrió otro hecho simbólico, cuando el evento comenzó a realizarse en el capitalino Parque O’Higgins, un extenso pulmón verde que en la clandestinidad fue testigo de muchos contactos secretos al abrigo de sus arboledas y grandes campos donde las familias suelen pasear en el fin de semana.
Lautaro Carmona, presidente del Partido Comunista de Chile, aseguró en esta edición que el objetivo fundamental de la izquierda y las fuerzas progresistas debe ser la unidad para evitar el avance de la extrema derecha, ansiosa por tomar el poder como ocurrió ya en otros países de la región.
La solidaridad intensa con Cuba y Palestina, la fraternidad y el calor en todas las miradas y los gestos y la presencia de diversas generaciones comprometidas con el cambio, lograron que al salir del recinto una idea fija inundara el corazón y la cabeza: ¡¿Saben qué? Démonos un fuerte abrazo y sigamos combatiendo!