Netanyahu no vacilará en arrastar a Biden para proteger sus intereses políticos personales.

Por Guillermo Alvarado

Es un hecho que prácticamente todo el mundo con posiciones de izquierda en el espectro político, o al menos del llamado progresismo, condenó con firmeza el genocidio que Israel está llevando a cabo contra el pueblo palestino  en la Franja de Gaza, donde ocurre una tragedia humanitaria de gran escala.

Incluso hay actos bien definidos, como la reciente decisión del presidente de Colombia, Gustavo Petro, de cortar la compra de armamento israelí, lo cual equivale a golpear donde de verdad le duele al régimen sionista.

Sin embargo en estos días el diario The New York Times, al cual nadie puede ubicar para nada en las categorías que describo en el primer párrafo, publicó un artículo del periodista y escritor estadounidense Thomas Friedman, ganador tres veces del Premio Pulitzer y, además, judío practicante.

Sin ambages, dice el columnista que ve una erosión cada vez más rápida de la posición de Israel entre las naciones amigas, de occidente, agrego yo, y añade que si Joseph Biden no tiene cuidado la posición global de Estados Unidos se desplomará junto con la de Israel.

Ojo, no son palabras de un opositor a Tel Aviv o Washington, sino de alguien que se siente parte de ambos mundos, pero está cada vez más incómodo.

Friedman, un teórico de la globalización, precisa que ni Israel o Biden aprecian plenamente la ira que está surgiendo en todo el mundo, alimentada por las redes sociales y la televisión, por la muerte de miles de palestinos, en particular niños, con armas suministradas por Estados Unidos.

Es obvio, dice, que esa cólera se esté desbordando en el mundo árabe, pero también la sintió con mucha fuerza en un reciente viaje a India.

Tantas muertes de civiles en una guerra relativamente corta sería problemática en cualquier contexto. Pero cuando tantos perecen en una invasión de represalia lanzada por un gobierno israelí, sin ningún horizonte político para el día siguiente, es lógico que sus amigos comiencen a alejarse.

Sin descartar la responsabilidad de la organización Hamas en este drama, Friedman acusó a Benjamin Netanyahu de estar dispuesto a sacrificar la imagen internacional de Israel para proteger sus intereses políticos personales.

Y junto con él, no vacilará en arrastrar a Estados Unidos, en particular a la administración Biden, que no comprende la magnitud de lo que ocurre.

En general todo lo que dice Friedman se ha dicho durante los últimos meses y se está comprobando en la práctica. Lo que llama la atención es que venga de quien está dentro del sistema, conoce sus engranajes y percibe el riesgo.

Cada niño mutilado o huérfano, cada padre que vio morir a su familia, mantendrá un dolor quemante de por vida contra sus verdugos.