Niños robados por la dictadura de Pinochet. Imagen: 20minutos

por Guillermo Alvarado

Bastante cerca ya del aniversario 51 del sangriento golpe militar en Chile contra el gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende, es oportuno señalar alguno de los rostros ocultos del régimen, del que bastante poco se ha investigado hasta ahora.

Se trata de un negocio bastante sucio y que muchas veces no estuvo ligado a la represión, sino al desmedido afán de riquezas de personajes que formaban parte del régimen, sea que fueran militares o civiles, y cuyo denominador común fue la falta de humanidad y principios éticos.

Nos referimos al caso de aquellos bebés que fueron arrebatados a sus padres para darlos en adopción en Europa o Estados Unidos a cambio de jugosos pagos. Una investigación realizada por una comisión especial en 2019 estimó en 20 mil los niños que corrieron esta suerte, si bien organizaciones de familias afectadas por este delito consideran que la suma podría llegar hasta los 50 mil durante los 17 años de dictadura.

El tema salió a la luz hace pocos días cuando  el chileno estadounidense Jimmy Thyden González demandó al Estado Chileno por sustracción de menores, que afectó a miles de familias.

González conoció su verdadero origen el año pasado y adoptó el apellido de su madre materna, a quien le fue a los pocos minutos de su nacimiento por el personal de un hospital. A ella le hicieron creer que él había muerto y el nosocomio se había hecho cargo del cuerpo.

Thyden ya había interpuesto otras acciones ante el Tribunal de Apelaciones de Santiago de Chile, pero se trataba de temas puntuales relacionados con su caso. Esta, sin embargo, puede dar un vuelco a la situación pues la querella es contra un comportamiento continuado, una situación que duró décadas.

No se trata, por supuesto, de un caso aislado, pues otras dictaduras latinoamericanas tuvieron similar conducta, e incluso durante el régimen franquista en España muchos niños desaparecieron, sobre todo en el área rural,  y fueron dados en adopción.  

Hay que tomar en cuenta que un crimen de esta naturaleza nunca habría podido cometerse de no existir la complicidad de varios poderes y organismos,  entre ellos el Registro Civil, funcionarios de Migración, religiosos y una legión de notarios, abogados y jueces.

La mayoría de los niños chilenos fueron a parar a Suecia, Italia, Estados Unidos, Holanda, Francia y Alemania, y aunque muchos supieron que eran adoptados, nunca se enteraron que fueron robados por la fuerza o engaños a sus padres naturales, infamia que debe investigarse a fondo.