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Por Roberto Morejón
Ni la pasión de la Copa América o las bajas temperaturas del invierno austral sacan de la palestra pública en Uruguay la campaña con vista a las elecciones del 27 de octubre próximo.
En apenas un receso del torneo de fútbol, Uruguay celebró elecciones primarias el 30 de junio, cuando fueron seleccionados los candidatos presidenciales de los diferentes partidos, con una participación por debajo de la de 2019.
Yamandú Orsi, del Frente Amplio, Álvaro Delgado, del Partido Nacional o Blanco, y Andrés Ojeda, del Partido Colorado emergen como los aspirantes principales.
En unas elecciones que fueron abiertas, simultáneas y obligatorias para los partidos, el Frente Amplio, la principal fuerza de oposición, determinó concederle el favoritismo a Orsi, intendente del departamento de Canelones, y a Carolina Cosse, intendenta de Montevideo, como compañera de fórmula.
Orsi, considerado depositario de la confianza del expresidente y líder José Pepe Mujica, se proyecta como defensor de la construcción de un país justo y enarbola el lema “unir para integrar”.
Cosse confía en que el Frente Amplio “comenzó a volver”, en referencia al regreso a la presidencia de la nación, en la que estuvo 15 años.
En la acera de enfrente emerge el Partido Nacional, cuyo pretendiente electo fue Álvaro Delgado, heredero del derechista Luis Lacalle Pou.
El Partido Nacional tiene el desafío de mantener unida la coalición con la que ha gobernado, no exenta de tensiones, ante las concesiones en políticas públicas para satisfacer exigencias de los conservadores.
También participan en la contienda, entre otros, el tradicional Partido Colorado, con Andrés Ojeda, y el ultraderechista Cabildo Abierto.
A pesar del abanico de opciones, muchos uruguayos manifiestan hastío por la gestión de partidos y les inspiran apatía las convocatorias a las urnas y ciertas figuras políticas.
No obstante, los uruguayos reflexionan sobre cómo votarán el 27 de octubre en medio de evidencias de pobreza estructural e incremento del número de jóvenes y adolescentes en esa condición.
Aparejado a ello el país sudamericano comenzó a sentir los efectos del narcotráfico, la criminalidad y violencia.
No pocos le atribuyen a Lacalle Pou gran parte de la responsabilidad por los problemas mencionados, además de las deficiencias de la red de seguridad social.
No es de extrañar entonces que las encuestas pongan de relieve la declinación de apoyo a la coalición gobernante en Uruguay, si bien analistas vaticinan que los comicios de octubre serán ajustados.