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Por Roberto Morejón
Los BRICS promueven un equilibrio político y económico mundial, a contrapelo de las acentuadas desigualdades, suficiente para que el Norte industrializado comience a ver al grupo con aversión.
El Producto Interno Bruto de los BRICS se ha triplicado, de unos 10 billones de dólares en 2009 a cerca de 27 billones en 2023, en medio de un proceso de expansión numérica, al que desean sumarse varias naciones.
La alianza económica identificada con el acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, sumó en el año en curso a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto y Etiopía y llegarán más adhesiones.
Ocurre que la asociación económica tiene atractivos, entre ellos el diseño de una línea alterna al sistema financiero occidental, capitaneado por Estados Unidos y sus aliados europeos.
Pero más allá del ejercicio económico -sin dudas estratégico- la agrupación promueve un equilibrio político, cuando las potencias tradicionales insisten en afianzar sus patrones, en su criterio los únicos democráticos.
A su vez, los BRICS contribuyen a la promoción de un mundo multipolar equitativo, ordenado y una globalización económica en beneficio de todos, según el criterio del ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi.
Es precisamente la intención de varios de los integrantes de los BRICS de que el desarrollo del planeta no deje de lado las necesidades de los países más rezagados económicamente, uno de los enunciados de más interés para estos últimos.
Igual de atrayente se comporta el debate interno en los BRICS sobre adoptar el petroyuan para el comercio de petróleo, línea de acción insertada en los planes para la desdolarización de los nexos internacionales.
Con Rusia a la cabeza de los que abogan por reducir la dependencia del dólar, es lógico que en la cumbre de la ciudad rusa de Kazán, en octubre, los BRICS consoliden su influencia en el contexto internacional como opción a las instituciones del gran capital, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Para el Sur global, con no pocos ejemplos de asfixia al asumir las exigencias de esos órganos para otorgar créditos, constituye una esperanza de que un bloque tan relevante incorpore nuevos aires al comercio exterior del planeta.
Y pudiera ser así a juzgar por lo expresado por líderes como el presidente ruso, Vladimir Putin, quien destacó que el progreso del futuro no se concentrará en Europa o Norteamérica sino en los países BRICS, pues los primeros pierden posiciones.