Armas de guerra en Europa
por Guillermo Alvarado
Cuando uno repasa la historia en la primera mitad del siglo XX resaltan las dos guerras mundiales que tuvieron como epicentro Europa, pero salpicaron, en particular la segunda, a la casi totalidad del planeta, así como la responsabilidad que tuvo Alemania en ambas desgracias globales.
Hubo mentes inocentes que en algún momento pensaron que el segundo conflicto mundial, donde se perpetraron brutalidades pocas veces conocidas hasta entonces, tendría como saldo positivo terminar con todas las guerras.
De hecho, fue con ese objetivo que se fundó la Organización de las Naciones Unidas, que ha fracasado en todas las líneas y se convirtió en un gran elefante blanco, plagado de burocracia e incapaz de dar a los pueblos seguridad y paz.
En este contexto llama la atención la deriva militarista de las últimas décadas que está experimentando Alemania, que se está convirtiendo en un protagonista bélico y parece olvidar las lecciones que dejó el sanguinario régimen nazi de Adolfo Hitler.
Un primer dato es que después de Estados Unidos, Berlín es el segundo proveedor de armas a Ucrania, donde por cierto hay un peligroso rebrote nazi que forma parte del gobierno de Volodomir Zelensky.
Para que se tenga una idea, de los 38 mil millones de euros que la Unión Europea ha entregado desde 2022 a Kiev, 28 mil millones llegaron desde Alemania y el año que viene la cifra se reducirá, no por voluntad política, sino por la puesta en práctica de un apretado presupuesto nacional.
Más preocupante es la estrecha alianza entre la locomotora europea con el régimen sionista de Israel, autor del mundialmente reconocido genocidio en Gaza, más la reciente extensión de la guerra en el Oriente Medio.
Y para evitar malos entendidos, aclaro que hago muy bien la diferencia entre el pueblo judío, contra el cual no tengo la menor animadversión, y la ideología sionista, muy emparentada con el apartheid sudafricano, pero sobre todo con el nacional socialismo de Adolfo Hitler y sus secuaces.
El que no comprende las lecciones de la historia, está obligado a vivirla dos o más veces y en cada ocasión es más desgarradora.
Es comprensible que en el pueblo alemán perviva un sentimiento de culpa colectiva por el holocausto judío, pero es inadmisible que hoy cierren los ojos ante hechos semejantes o peores.
El gobierno Alemania prohíbe las marchas contra el genocidio en Gaza o el uso entre los estudiantes de la kufiya, el pañuelo tradicional palestino, pero se toleran y protegen las muestras a favor del Estado sionista y uno tiene el legítimo derecho a preguntarse ¿qué sucede en ese país?