Foto: www.undp.org
Por Roberto Morejón
Las circunstancias económicas y sociales y la violencia inciden negativamente en los niveles educacionales de América Latina y el Caribe, una de las regiones del mundo con mayores desigualdades.
La pandemia agravó una situación ya deteriorada en diferentes indicadores del aprendizaje, pues tres de cada cuatro estudiantes de 15 años carecen de habilidades básicas en matemáticas y la mitad no entiende sus lecturas.
Así lo revelaron encuestas del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de 2022, implementado por OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Organismos internacionales se refieren a una crisis de la educación en el subcontinente, a partir de que 75 por ciento de los escolares se encuentra por debajo del nivel básico de competencia en matemáticas y 55 por ciento está en un plano inferior en lectura.
Hasta el mismo Banco Mundial, tan apegado al gran capital, hizo un llamado a mitigar la crisis de aprendizaje, ahondada por las desigualdades regionales, admite la entidad.
Por supuesto, los efectos de aprendizaje y menores tasas educativas llevan a que los niños y adolescentes tengan posteriormente como adultos menor participación en la vida política y social de sus países.
El panorama se complica cuando los entornos de las escuelas y de los lugares de residencia de los alumnos se caracterizan por la violencia.
Semanas atrás, expertos se reunieron en Bogotá, la capital de Colombia, para examinar las formas de violencia que conmueven a la educación en América y el Caribe.
Los asistentes acordaron un plan de acción para abordar ese flagelo, fortalecer la colaboración entre los países y establecer políticas que fomenten la paz y la equidad.
A la violencia en ciudades y campos se añaden dramáticamente los conflictos armados, lo que provoca temor en niños, adolescentes y padres, rezago y abandono escolar y desplazamientos forzados.
Ante las adversidades en el aprendizaje y la violencia que dificulta la enseñanza, se impone un compromiso común de gobiernos, más allá de diferencias políticas e ideológicas, en América Latina y el Caribe.
Se necesita una inversión eficiente en beneficio de educandos y maestros, mejorar la calidad de estos últimos y amortiguar el impacto de las desigualdades socioeconómicas entre los alumnos.
Todo lo que se ejecute es fundamental para que los seres humanos creen herramientas para el beneficio individual, familiar y de sus países.