Foto: El País
Por: Roberto Morejón
Haití, sumido en una desconcertante rivalidad de bandas armadas, debió frenar el flujo de invitados extranjeros, aunque recibió recientemente una visita desacostumbrada, la del presidente colombiano, Gustavo Petro.
El primer mandatario del país sudamericano tuvo una fugaz permanencia en la sureña ciudad de Jacmel, pues el aeropuerto de Puerto Príncipe ha sido atacado por bandas armadas que controlan 85 por ciento de la capital del país caribeño.
Petro, quien firmó varios acuerdos con las autoridades provisionales de una nación en crisis humanitaria, dijo sentirse motivado por la situación de Haití, al que enalteció por su historia y vínculos con el pasado libertario de Colombia.
Como resultado del viaje, Colombia se comprometió a cooperar con Haití en áreas estratégicas como la economía y seguridad.
Para los residentes de Jacmel la permanencia del dignatario constituyó una fiesta, a la vez que celebraron el remozamiento de parte de la ciudad, con motivo del acontecimiento.
El desplazamiento de Petro a la urbe de 200 mil habitantes constituye la segunda visita de un Jefe de Estado a Haití desde el aumento de la violencia en 2021, pues antes lo hizo el presidente de Kenia, William Rutto.
Kenia tiene ubicados en la nación caribeña 600 efectivos con respaldo de la ONU para tratar de contener las acciones de los grupos armados ilegales, sin avances plausibles.
A ellos se atribuye el asesinato de más 5 mil 600 personas solo el año pasado, un aumento de más de 20 por ciento en comparación con 2023, además de 2 mil 200 heridos, casi mil 500 secuestros y el desplazamiento de más de un millón de habitantes.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moíse en julio de 2021, Haití vive en un torbellino, en medio del cual destaca la acusación a 17 ex soldados colombianos por tener participación directa en el magnicidio.
Durante su permanencia en Jacmel, Petro pidió perdón a los haitianos por esa intervención fatídica de los exmilitares.
El traslado de Petro a una ciudad haitiana para promover la cooperación reviste importancia para el Presidente, al recordarse que lo ejecutó en momentos de conmoción interna en la región del Catatumbo, donde se enfrentan grupos armados.
Para Haití representó una bocanada de oxígeno diplomático en medio de una crisis interna con pocos visos de solución y desacuerdos entre actores internacionales que afirman ayudar a remontar la violencia.