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PL
Por: Roberto Morejón
El secretario norteamericano de Estado, Marco Rubio suele pronunciar exabruptos contra Cuba, pero uno de los más recientes resalta por su fatuidad, omisión y abandono de la realidad.
El ex senador republicano, quien asevera tener conocimientos sobre la mayor de las Antillas aunque no pisó esa tierra, calificó a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua como “enemigos de la humanidad”, causantes ---dijo--- de la crisis migratoria en la región.
Llama la atención atribuirle dimensiones, poderío e influencia a Cuba como para “amenazar” a la Humanidad.
Abandono enardecido de las circunstancias carga quien funge al frente del Departamento de Estado, cuando desconoce las corrientes migratorias a través de América Latina.
Intenta convencer de que es ficción la marcha de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, afganos y oriundos de Asia y África hacia Estados Unidos.
Pero el allegado del corrupto Robert Menéndez, vive tan ofuscado por Cuba que todo lo interpreta en clave tóxica, por la que guió, junto a Mauricio Claver Carone, a la primera administración de Donald Trump a dar una vuelta de tuerca al bloqueo.
Ahora, anuncia junto a la cabalgata de legisladores de alegado origen cubano, una nueva batería de sanciones, para dañar ---dice--- al régimen, cuando tienen como blanco a la población.
El 20 de enero, Trump dejó en claro el porte oficial, recomendado por Rubio y los otros anticubanos de su equipo, y revocó la orden del presidente Joseph Biden que retiraba a la nación caribeña de la lista de los países promotores del terrorismo, según la lectura de Washington.
En consecuencia, reimplantar mayores controles a las exportaciones, impedimentos a la ayuda exterior y a las transacciones bancarias.
Y es que quien alguna vez desafió al propio Trump --- el que lo apodó para ridiculizarlo “el pequeño Marco” cuando se enfrentaron en las primarias presidenciales de 2016--- se ha mostrado reacio a intercambios con La Habana y hoy arguye, sin evidencias, que ampara al terrorismo.
Lo hace cuando desde su puesto de jefe de la diplomacia algunos podrían esperar de él un rapto de sensatez.
Los cubanos no caen en ese error. Saben que aboga por lo que llama postura firme hacia este archipiélago, o sea, asfixia.
Quien llegó al Congreso en 2010 e intervino en comités estratégicos, es un halcón y aplaude que su jefe ofrezca “paz a través de la fuerza”.
Admirador de gobernantes de derecha, no por casualidad anunció a finales de enero la decisión de restaurar una política dura contra Cuba incluyendo obstáculos para el envío de remesas.
Rubio, uno de los mayores detractores de China, gusta de los atropellos a Cuba, los mismos que ---como opinara el canciller Bruno Rodríguez--- provocarán mayores carencias, separación y emigraciones.
Precisamente, lo contrario de lo que afirma buscar la administración Trump.