Por: Guillermo Alvarado

Bien sabido es que cuando un gobernante enfrenta momentos de debilidad extrema en el interior de su país y siente que “se le mueve la silla”, se busca un conflicto fuera de sus fronteras, real o imaginario, para tratar de reunir el mayor apoyo ciudadano posible.

Tal es el caso del presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien se ha convertido en el principal sostén de su homólogo de Ucrania, Volodomyr Zelensky y mantiene una retórica antirrusa sorprendente, con notorias referencias a un eventual conflicto militar entre ambas partes.

Como se recordará, algunos gobiernos de la Unión Europea, uno de ellos, o quizás el principal, el de Francia, sin tener u ofrecer prueba alguna pidieron a su población prepararse para un supuesto enfrentamiento armado con Moscú.

Otra variante que va en la misma dirección es el envío de tropas del bloque integrador del Viejo Continente a Ucrania, lo que viene a ser igual porque significa involucrarse en una guerra ajena.

Ese fue uno de los temas de la reunión de alto nivel que la Unión Europea tuvo la víspera junto a Zelensky, que anda desesperado buscando ayuda luego del corte que le propinó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Si bien en la cita se alcanzó un acuerdo unánime de mantener las sanciones unilaterales contra Rusia, una medida absurda y contraproducente, no ocurrió lo mismo con el asunto de enviar soldados a territorio ucraniano.

Luego de la reunión, celebrada en el Palacio del Elíseo, sede de la presidencia francesa, Macron dijo que “varios países europeos” están dispuestos a enviar tropas para garantizar el cumplimiento de un acuerdo de paz y que dichas fuerzas tendrían un carácter disuasivo.

Las respuestas no demoraron en llegar y, por ejemplo, el presidente de Croacia, Zoran Milanovic, dijo que ningún soldado de su país irá a Ucrania bajo ningún concepto, está totalmente descartado.

También la primera ministra de Italia, la extremista Giorgia Meloni, reiteró su rechazo a participar en una eventual fuerza europea.

En realidad detrás de la iniciativa, además de París, está el Reino Unido y aunque Macron aseguró que una fuerza conjunta puede crearse sin unanimidad en el bloque continental, eso vendría a romper con una tradición en el grupo de naciones que lo forman.

En estos momentos Europa tiene otras prioridades que atender y quizás la más urgente sean los aranceles extraordinarios, incluido un 25 por ciento a los automóviles, que Estados Unidos busca imponer y que podrían dar un golpe de gracia a sus alicaídas economías.