por Roberto Morejón
En Cuba se aplica una política económica que descansa en la actualización del modelo y en correspondencia con las transformaciones se enfatiza en el papel de la empresa estatal, cuyos atisbos de mejoría se observaron durante 2015.
Con más facultades, la empresa estatal se descentraliza y obtiene autonomía en la búsqueda de producciones más elevadas y que los trabajadores ganen salarios altos, acorde con sus resultados.
Para mantener el buen ritmo económico en 2015, cuando el Producto Interno Bruto creció 4%, fue necesario que la empresa estatal recibiera una mayor protección.
Así ocurrió y será un principio a aplicar en el futuro inmediato, con vistas a disminuir importaciones.
La reanimación de la producción nacional, aún insuficiente, respondió a un diseño que protege a la industria mediante la adquisición de las materias primas para que tribute más bienes terminados.
Junto al aun incipiente despegue empresarial, el país recibe otros beneficios.
Uno de ellos es el aporte de los servicios sociales, pues el 25% del Producto Interno Bruto provino de esa fuente en 2015.
Otro aliciente para la economía cubana ha sido el incremento de las exportaciones de servicios profesionales y los ingresos por el turismo, industria que en 2015 sobrepasó los tres millones de visitantes.
Analistas recordaron que en los últimos años Cuba inició además el paulatino descenso, e incluso la reversión, del saldo neto de su comercio exterior de bienes y servicios
A todo lo expresado se sumará en lo adelante un clima despejado en las finanzas externas, aunque aún limitadas por años de bloqueo estadounidense, dificultades internas y escaso acceso a créditos.
El proceso de renegociación de la deuda externa seguido por Cuba repercutirá en la macroeconomía y la mejoría de la credibilidad internacional.
Recuérdese que los negociadores cubanos lograron importantes acuerdos al reconsiderarse compromisos financieros con Rusia, Japón, México, España y el Club de París, en el que se incluyeron 14 acreedores.
Como uno de los problemas macroeconómicos aún pendientes de solución definitiva aparece la unificación monetaria y cambiaria, pues la dualidad reinante frena la eficiencia empresarial y la pujanza financiera interna.
También resta que los avances mencionados se hagan perceptibles en la economía familiar.
Funcionarios señalaron que para concretar esa aspiración son indispensables crecimientos más altos y continuos, dependientes de lo que sean capaces de hacer los ciudadanos con su talento, calificación, tenacidad y organización.