Por: Guillermo Alvarado
El Movimiento al Socialismo, MAS, ha vencido en ocho elecciones consecutivas y con el apoyo del pueblo debe imponerse en el referendo del 21 de febrero para modificar la Constitución de Bolivia y permitir una nueva postulación al cargo del presidente, Evo Morales, a pesar de los esfuerzos de la derecha internacional por confundir a los ciudadanos en ese país andino.
Algunos medios de comunicación al servicio de sectores del poder económico han difundido recientemente sondeos de opinión donde supuestamente la mayoría de la población está opuesta a un nuevo período del actual jefe de Estado.
En criterio del presidente Morales se trata de una manipulación cuyo objetivo es desviar la intención de voto, aprovechando los recientes fracasos electorales sufridos en Argentina y Venezuela.
Los sondeos pueden variar, para bien o para mal, dijo el primer mandatario, y por eso confiamos en el pueblo y los movimientos sociales y les aseguramos que vamos a ganar el referendo de febrero, agregó.
Recordó que en los comicios de 2005, 2006, 2010 y 2014 las encuestas llegaron a ser desfavorables en determinado momento, lo cual no impidió la victoria del MAS, al que calificó como el partido más grande en la historia de Bolivia.
El SÍ en la consulta popular permitiría modificar la Carta Magna y Morales tendría así la oportunidad de ser una vez más candidato a la presidencia de la nación.
A su favor tiene el mérito de haber rescatado, no sólo la economía boliviana, sino la dignidad del país y colocarlo entre los más destacados de la región y del planeta, luego de un pasado de pobreza extrema, inestabilidad política y descrédito a nivel internacional.
Gracias a la nacionalización de los recursos naturales, como los hidrocarburos y el agua, y su disposición al servicio de los sectores más desprotegidos, se lograron revertir indicadores negativos y se generó confianza entre los inversionistas que comenzaron a ver a esa nación con otros ojos.
Un hito en la política internacional del gobierno de Evo Morales fue la decisión de la Corte de la Haya de declararse competente para decidir en el añejo diferendo con Chile respecto a una salida soberana al mar, un derecho y un anhelo histórico de la población boliviana cercenados por un conflicto armado con el vecino país en 1879.
En un contexto económico mundial desfavorable, el Banco Central de Bolivia proyecta un crecimiento del 5 por ciento del producto interno bruto en 2016, mientras la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe sitúa ese indicador en 4,4 puntos, entre los mayores de toda la región.
Recientemente el Secretario de Estado del ministerio de Transporte e Infraestructura de Alemania, Rainer Bomba, se refirió a la solidez de la economía boliviana y la definió como “un jaguar fuerte a punto de saltar al futuro”.
Son suficientes argumentos para afirmar que cualquier mente lúcida apostará por la continuación de un programa que sacó a la nación de la indigencia y le devolvió la soberanía y el respeto, propio y ajeno, a todos los niveles.