Por María Josefina Arce.
El 2015 fue un año decisivo para el avance hacia un acuerdo de paz en Colombia que ponga fin a décadas de un conflicto armado que ha provocado cuantiosas víctimas y desplazados. El gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias-Ejército del Pueblo acercaron posiciones en temas clave del diálogo de paz.
El presente año también se ha iniciado con sustanciales pasos que envían un mensaje de confianza sobre la seriedad y responsabilidad de ambas partes con el logro de una paz verdadera y definitiva.
En las últimas horas las delegaciones inmersas en las conversaciones de paz en La Habana anunciaron que la ONU y la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanbos y Caribeños, monitorearán el cese del fuego bilateral y definitivo que se espera alcanzar en los próximos meses.
La misión política internacional tendrá como fin resolver controversias, efectuar recomendaciones y presentar informes. En el mecanismo también estarán presentes delegados de paz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, y del ejecutivo de Santos.
Según lo convenido, la misión durará 12 meses, prorrogables, e iniciará sus labores una vez se acuerde el cese de hostilidades.
El acuerdo sobre el mecanismo de verificación del cese del fuego bilateral definitivo y de dejación de armas por la fuerza guerrillera refleja el compromiso de ambas partes por poner fin al conflicto armado que desangra al país desde hace seis décadas.
Los medios colombianos de prensa acogieron con beneplácito el anuncio, el cual afirmaron está llamado a reforzar el ambiente de optimismo en la mesa de negociaciones, que es fundamental, señalaron, para que no decaiga el ritmo de las conversaciones.
El jefe del equipo negociador del gobierno colombiano, el ex vicepresidente Humberto de la Calle, afirmó que este es un momento determinante en la marcha de las conversaciones y que constituye un mensaje de tranquilidad para todos los colombianos.
Desde la instalación de la mesa de conversaciones de La Habana, en 2012, las partes acercaron posturas en torno a las vías para garantizar el desarrollo agrario integral, la participación política de las FARC-EP, el combate a las drogas ilícitas y la reparación de las víctimas.
Lo avanzado hasta ahora evidencia que es posible terminar con una confrontación que ha dejado más de 220.000 muertos y lograr una paz tan necesaria para la sociedad colombiana.
Como señalara el jefe del equipo negociador de las fuerzas guerrilleras, Iván Márquez, el acuerdo anunciado "constituye una fuerte señal y una feliz premonición de que el proceso de paz de Colombia se encamina inexorablemente hacia la terminación del más largo conflicto del continente".
