Por: Guillermo Alvarado
Recientes reportes revelan que una buena parte de la juventud y adolescencia en América Latina y El Caribe es víctima de numerosos abusos entre ellos violaciones, desapariciones, asesinatos y exclusión de los servicios de educación y oportunidades de empleo y desarrollo.
De acuerdo con el Banco Mundial, uno de cada cinco habitantes de entre 14 y 25 años en nuestra región no estudia ni trabaja, lo cual significa un total de 20 millones de seres humanos cuyo futuro está comprometido.
Los llamados “ninis” provienen generalmente de hogares pobres o de familias desintegradas y su común denominador es el fracaso escolar y un alto riesgo de caer en la delincuencia, destaca el estudio.
Además del elevado costo económico y social de un grupo tan elevado de habitantes que están fuera del mercado laboral y productivo, este fenómeno incide de manera notable en el incremento de las desigualdades, un flagelo endémico en Latinoamérica.
Los autores de la investigación urgen a los gobiernos acelerar programas destinados a incentivar los estudios, ya sea por medio de becas o de transferencias monetarias, al mismo tiempo que generar las condiciones para garantizar el primer empleo de quienes logran terminar una formación profesional o laboral.
También sugieren realizar campañas de educación para evitar el embarazo en edades tempranas, un factor vinculado con la pobreza y la falta de oportunidades en el sector juvenil femenino.
Si bien el Banco Mundial no lo menciona, una gran responsabilidad en este problema la tiene la aplicación de políticas neoliberales que provocan el aumento del desempleo en el sector público y endurecen las condiciones en el área privada por medio de prácticas como la denominada “flexibilidad laboral”, que no es otra cosa sino el secuestro de los derechos y las garantías de los trabajadores.
Hay países, como Guatemala, donde masas de adolescentes no encuentran otra alternativa que vincularse con pandillas juveniles, las llamadas “maras”, para sobrevivir por medio de actividades delictivas, como robos, asaltos o el cobro de extorsiones a pequeños y medianos negocios.
En otros lugares este sector de la población es víctima de la violencia generalizada, tal el caso de México, donde entidades humanitarias denunciaron que más de seis mil menores de 18 años están desaparecidos, casi el 30 por ciento del total de personas que han sufrido este tipo de agresión.
La cifra fue confirmada por la Red por los Derechos de la Infancia en México, con base a datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas de la Secretaría de Gobernación.
En Honduras más de 900 menores de 23 años fueron asesinados en 2015, y en el ocho por ciento de los casos se trató de niñas, reveló la organización Casa Alianza.
Sólo aquellos países que sepan garantizar educación de calidad, seguridad, salud y empleo a sus jóvenes serán capaces de tener un futuro. Los otros, los que queman y destruyen su semilla, están condenados al silencio y la nada.