Por: Guillermo Alvarado
Los primeros resultados de las asambleas partidistas, comunmente denominadas caucus, en el estado norteamericano de Iowa arrojaron las primera sorpresas en el largo camino hacia la elección del futuro presidente del país, cuando en el campo republicano Rafael Edward Cruz, más conocido como “Ted” Cruz, se impuso al magnate Donald Trump.
Esta asamblea logró una cifra récord de 185 mil personas y en el resultado, que contradijo a las encuestas, parece haber incidido la presencia de numerosos miembros de las iglesias protestantes que se inclinan por Cruz, descendiente de un emigrado cubano y una ciudadana estadounidense, como su mejor apuesta.
El tercer lugar lo ocupó el precandidato, también ultraconservador y de origen cubano, Marco Rubio, lo que demuestra cómo lo más recalcitrante de la derecha estadounidense está en la preferencia de los electores del Partido Republicano.
De Trump y sus modales pantagruélicos hemos hablado en otras ocasiones y hay que decir que en el campo de las ideas no se diferencia mucho de Ted Cruz, quien gusta de rodearse de leyendas y fantasías para asentar su imagen del triunfante “sueño americano” apuntalado por una actitud soberbia y altanera.
En su formación influyeron autores como Friedrich Von Hayek, Ludwin Von Mises y el mismo Milton Friedman, es decir lo más selecto del pensamiento y las políticas económicas neoliberales.
Cruz deberá ratificar este resultado en la próxima asamblea, el día 9 en el estado de Nueva Hampshire y de repetir su victoria habrá que considerar en serio su nominación a la candidatura presidencial por los republicanos.
En la arena del partido Demócrata el resultado de Iowa no fue menos sorpresivo. En un primer momento se habló de un empate entre la ex primera dama, Hillary Clinton, y el senador independiente por Vermont, Bernie Sanders, si bien más tarde se anunció una leve diferencia a favor de la que también fue Secretaria de Estado.
Todo el mundo está de acuerdo, eso sí, en que nunca en ese estado la asamblea había sido tan cerrada y demuestra que si bien hace pocas semanas Clinton parecía tener abierta una autopista hacia la candidatura de su agrupación, la situación ha cambiado.
Estos son apenas los primeros escarceos electorales y falta mucho para avizorar un resultado definitivo, pero en el enrevesado sistema de comicios de Estados Unidos las tendencias originales suelen tener un peso en el resto del trayecto.
Las votaciones presidenciales tendrán lugar el 8 de noviembre y de allí saldrá el próximo ocupante de la Casa Blanca.
Muchos piensan que tras el primer jefe de Estado negro, el actual gobernante Barack Obama, es tiempo de que el cargo lo ocupe una mujer, aunque hay factores que inciden en la empedrada ruta. Uno de ellos es el dinero, que a la señora Clinton no le hace falta, precisamente.
Otro no menos importante es la opinión de los sectores de poder, como el gigantesco complejo militar industrial y los grandes consorcios industriales y financieros, cuya voz puede influir en ocasiones más que los votos de los ciudadanos.