Por: Roberto Morejón
Bajo el azote del zika y en medio de la organización de los próximos Juegos Olímpicos, el gobierno brasileño dio un giro en su plan económico para reanimar la producción, el comercio y las inversiones y dejar atrás la recesión, con la supervisión del Estado.
Espoleado por pronósticos fatídicos del Fondo Monetario Internacional, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff intenta reavivar la economía con la inyección del equivalente de más de 20 mil millones de dólares.
El organismo crediticio auguró que el Producto Interno Bruto de Brasil retrocederá 3,6 por ciento en 2016, casi similar al resultado de 2015, cuando la inflación fue de 10,72 por ciento y las cuentas públicas arrojaron déficit.
El plan anunciado recientemente por el nuevo ministro de Economía Nelson Barbosa pretende hacerle frente a la crisis con el énfasis en el otorgamiento de créditos a pequeñas y medianas empresas.
Con intereses más bajos que los vigentes en el mercado, los créditos deben alentar inversiones en la generación de exportaciones, agricultura e infraestructuras.
Los préstamos fortalecerán los bancos públicos y a los trabajadores en un intento por reactivar el consumo y mejorar la productividad.
De esa forma, el Partido de los Trabajadores, en el gobierno, pone fin a un año de austeridad y medidas restrictivas impulsadas por el anterior titular de Economía, Joaquim Levy.
Barbosa destacó que el paquete financiero que respalda los créditos depende de mayores gastos, pues se cubrirán con la mejor utilización de los recursos existentes.
Con esa aclaración el gobierno intenta restarle basamento a la oposición de derecha y la prensa conservadora que insisten en que el Partido de los Trabajadores en el poder derrocha los recursos al apuntalar programas sociales.
Precisamente, uno de los principales aciertos de los gobiernos de Luiz Inacio Lula Da Silva y de Dilma es la continuidad de esos proyectos populares como el llamado Bolsa Familia, enfilado hacia la reducción del hambre en Brasil.
Por supuesto, no es fácil para el gobierno mantener esas ayudas en medio de severas restricciones económicas y una campaña opositora que intenta llevar a juicio a la Jefa de Estado, con el objetivo de restarle posibilidades electorales a su partido.
Sin embargo, con el nuevo plan económico liderado por Barbosa se abre un nuevo resquicio de esperanza a los sectores que desean aumentar la producción.
Después de culminado el popular carnaval de Río de Janeiro y la buena noticia de que atrajo más de un millón de turistas, los brasileños se disponen a trabajar con una nueva estrategia económica, con menos austeridad gubernamental, en busca de la ansiada recuperación.