Rubio quería todo y se quedó sin nada

Editado por Maite González Martínez
2016-03-18 07:34:52

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Imágen de archivo. (Foto/BBC)

Por: Roberto Morejón

El senador por la Florida Marco Rubio abandonó la carrera electoral por la presidencia de Estados Unidos tan humillado por el revés en su estado natal y el empuje del polémico Donald Trump, que no se parece a “El salvador republicano”, como lo proclamara de forma grandilocuente la revista Time en 2013.

Herido en su orgullo por considerarse líder de las corrientes conservadoras del Partido Republicano, el senador dejó entrever que apostó por la presidencia de la nación y que cualquier responsabilidad que no fuera esa, quedaría por debajo de sus ambiciones.

Así se interpreta al conocerse que Rubio descartó acompañar a los tres aspirantes que siguen en la pugna hacia la nominación presidencial por el Partido Republicano como candidato a viceprimer mandatario de Estados Unidos.

“No voy a ser vicepresidente de nadie”, apuntó el malhumorado Rubio, quien además dijo que no se postulará para gobernador de Florida ni buscará la reelección como senador.

Al margen de la tortuosa senda ha quedado Marco Rubio, una figura que constituía la esperanza del Partido Republicano para frenar al multimillonario Donald Trump, cuestionado por sus delirios xenófobos, mediocridad política y excentricidades.

La gota que desbordó el vaso de Rubio fue que Trump lo derrotara aplastantemente en su estado natal y se adjudicara los 99 delegados en la porfía.

Además del revés en Florida, el legislador floridano sólo consiguió algunas victorias en Minnesota, Puerto Rico y el Distrito de Columbia, una cosecha magra para un candidato que se adornó con una aureola exitosa.

Ni siquiera Rubio generó simpatías cuando reiteró tercamente sus ataques contra Cuba y fustigó al presidente estadounidense Barack Obama por iniciar un proceso hacia la normalización de relaciones con La Habana.

De espaldas a temas sensibles como la seguridad social y los planes de salud para los más necesitados, Rubio también fue castigado por atrincherarse en la publicidad de la televisión y eludir los contactos con los electores en las comunidades.

Lo define muy bien su biógrafo al afirmar que Marco Rubio “se ocupó más de su futuro que del trabajo”, a lo que se agrega el cuestionamiento por memorizar y repetir sus discursos, sin ofrecer nada nuevo.

Ha colapsado quien se presentaba como miembro de una nueva generación que acabaría con los políticos tradicionales estadounidenses.

Un discutible mito que se desinfla.



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